domingo, 16 de noviembre de 2014

Padres del PP, hijos de Podemos

Un domingo de 2014, una casa en la sierra. Viento, frío, lluvias que vence un acogedor fuego de una chimenea que desprende aroma de encina. Una mesa bien servida, un vino gran reserva. Una familia unida, que apenas ha sufrido la crueldad de la crisis -el paro apenas ha rozado unos meses a alguno de sus miembros- y tampoco el zarpazo de la destrucción moral ha enfrentado a los matrimonios entre sí ni a los hijos con los padres. Es una bendición, una burbuja en esta España desesperada...

La conversación es fluida, interesante. El nivel cultural es alto. Todos han estudiado una carrera universitaria, todos tienen buenos trabajos y todos tienen la suerte de poder viajar de vez en cuando. Quedan pocas familias que vivan como si la ruina de la nación no se notara y aquí también se habla de política, porque la corrupción no deja de escandalizar con sus nuevos y continuos actos de presencia...

-Yo voy a votar a Podemos, en serio, hay que cambiar todo esto, el PP y el PSOE son pura corrupción -dice el más joven, Ingeniero de Caminos.

El resto salta inmediatamente. Apenas son capaces de argumentar, pero repiten lo que se dice en las televisiones:

-Pero si son comunistas, apoyan a ETA, les financia Venezuela, van a arruinar España y esto será como Cuba... Puedes votar a otros partidos, por ejemplo a Vox o Ciudadanos.

-No, solo Pablo Iglesias va a cambiar esto como quiere la gente, porque es el partido del 15M -responde.

-Para votar a Vox o Ciudadanos, que parecen más de lo mismo,  es más útil votar al PP -dice un cuñado.

Otro cuñado apuesta por conceder algo de comprensión al rebelde:

-Yo estoy de acuerdo contigo en una cosa: Podemos crece porque se lo ponen en bandeja PP y PSOE que no han hecho nada por mejorar el país. Pero ojo, porque también es cierto, y tienes que reflexionar sobre ello, que a Pablo Iglesias llevan sacándole en la televisión de la casta todos los días desde hace casi dos años. Es decir, que a alguien le interesa. Y al resto os digo una cosa: vosotros seguiréis votando a los corruptos por miedo a los comunistas, pero no hacéis nada para cambiar las cosas de forma razonable y lleváis décadas tragando mentiras y estafas.

-No sé si votaré a Podemos, sinceramente, pero algo hay que hacer -concluye.

-El sistema está corrupto, la corrupción está en la raíz y la justicia es un desastre, pero ¿si no votamos al PP, a quién votamos?  -la madre termina y pide zanjar la discusión. La conversación se encauza por la gastronomía, toda una religión de hoy...

Contraste entre generaciones. Una que construía y soñaba, que creció en el desarrollo de los sesenta, que empezó a trabajar con pleno empleo, que compró vivienda amplia  y apartamento en la playa años antes de la burbuja y que se está jubilando en magníficas condiciones. Otra que ha sido estafada permanentemente, con pisos disparatadamente caros y sueldos miserables, que ha vivido con falta de referencias éticas y con una política basura. Ya apenas se comprenden unos a otros porque nos han acostumbrado a la tertulia televisiva y no existe el debate racional con argumentos. Lo único que está claro es que no bastan los tópicos cuando se trata de construir una alternativa contra lo que puede arrasarnos. Necesitamos soluciones que no están en este sistema ni pueden ya dar los viejos partidos. Nadie puede haberlo hecho todo bien cuando todo está tan mal...

¿Qué nos ha pasado? ¿Quién nos está destruyendo? ¿Lograremos enderezar las cosas o estamos abocados al populismo? Quizá fuera necesario un revulsivo brutal para poder hacer la catarsis que necesitamos, pero el peligro es grande y, cuando solo moviliza el miedo, surgen los odios que envenenan. La gran transformación de España en los últimos años, vendida con inmensa propaganda como un logro del consenso del 78, se ha realizado de forma sutil, poco a poco, con suavidad. Los ciudadanos han ido aceptando las mentiras y se han ido tragando las estafas como males menores. Por supuesto que todos tenemos una responsabilidad y por eso urge una reacción tan contundente como sensata.