Comentarios a LAS CLOACAS DEL 11M, de Ignacio López Brú, Madrid 2013, Editorial Sepha
Ha sido tal la manipulación que aún muchos no saben ni qué pensar y la mayoría prefiere ni plantearse el asunto de la autoría de la masacre del 11M: el miedo a enfrentarse a la verdad es tal que la sociedad, en general, prefiere pasar página. Vivimos en una sociedad egoísta y sin moral cuya regeneración sólo será posible gracias a una minoría creativa que sepa refundar los valores que hicieron posible nuestra cultura. Mientras, algunos seguimos avanzando en diagnosticar nuestros problemas…
La gran aportación del libro de López Brú es ordenar todo lo que hemos sabido del 11M gracias a investigadores como Luis del Pino, Fernando Múgica, Casimiro García Abadillo, Pedro J. Ramírez, José María de Pablo, a decenas de colaboradores más o menos anónimos y al impulso de las Víctimas como Gabriel Moris, Francisco José Alcaraz o Ángeles Domínguez.
¿Ordenar? Sí: ha colocado en los minutos precisos de aquellos terribles días de marzo lo que hemos conocido en estos 9 años transcurridos desde el 11M, contribuyendo a NO OLVIDAR LO INOLVIDABLE. Al ordenar, siempre se ve más claro y se encuentra lo que se había traspapelado. La conclusión es aterradora e indignante, pero su valor reside en que es real. El autor además tiene la habilidad de aportar distensión para ayudar a relajar una lectura devoradora: comentarios ingeniosos, ironía y cultura histórica y literaria forman parte de éstas páginas. Por ejemplo, el paralelismo entre Maura y Aznar es de antología, impactándome especialmente. Maura, que sufrió intento de asesinato porque quiso reconducir a la nación frente al sectarismo progresista durante la Restauración –tanto se parece el régimen de 1978, hasta en su desmoronamiento-, llegó a decir, al final de su vida: “mi principal error fue tomar a broma el poder de la Masonería.” (Ferrari Billoch, La Masonería al desnudo, Madrid, 1935).
El 11M no fue un atentado solamente de ETA, ETA es sólo una marioneta de otro poder. Tampoco el 11M fue una masacre islamista. Esa maliciosa dicotomía “si es ETA gana el PP y si es la Yihad gana el PSOE” fue una insidia lanzada por el propio ZP –como la de los suicidas-, como también la hipótesis de la colaboración ETA-islamismo lanzada por Felipe González. Al final, ganó el sistema.
El 11M fue un golpe que buscaba impedir una política muy concreta. No se trataba de ir contra el PP o el PSOE, ni de que a ETA se le fuera la mano ni que los islamistas quisieran castigarnos por Irak. El 11M es un recordatorio para volver a amenazar a Aznar -y a su partido- en su despedida, como se le amenazó justo antes de su llegada en abril de 1995: España no debe seguir el camino de volver a intentar ser una nación importante, que eso se ya pactó hace siglos…
Hoy comprendemos más gracias a “Las cloacas del 11M”. Por eso entendemos por qué desde las 10:07 de la mañana del 11M, Gabilondo desde La SER pidiera un tiempo nuevo. Y por eso a las 14:40 del mismo día Aznar responde que “no vamos a cambiar de Régimen ni porque los terroristas maten ni para que dejen de matar. No hay negociación posible con estos asesinos.” ¿Qué se había cocido en menos de 6 horas desde la masacre?
Las cartas estaban sobre la mesa y comenzó el acoso y derribo contra el Presidente que más había hecho contra ETA desde 1975. Se abandonó la investigación de lo que había ocurrido y se puso en marcha la operación de intoxicación brutal que vivimos aquellos días como una pesadilla; fue una conmoción nacional donde vimos miserias humanas cada minuto, como un reflejo de peores miserias donde algunos se dejaban la moral y la decencia para sacar partido a 193 muertes y casi tres mil heridos. El comportamiento de ciertos periodistas y de ciertos medios (y no sólo del Grupo PRISA, como verán leyendo el libro, ojo a algunos que hablaban desde La COPE), de muchos políticos (y no sólo del PSOE o nacionalistas, como verán, ojo con algunos del PP), de miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado (magistral síntesis nos regala el autor de esas familias o clanes en las mismas: Opus, Valencia, PSOE, CNI…) y, por supuesto, de jueces que se venden por un ascenso o una medalla que incrementa el salario nos sitúa ante una conspiración de enormes magnitudes cuyas consecuencias estamos pagando.
López Brú viaja hasta la mayoría absoluta de Aznar para encontrar semillas del 11M. “La izquierda asimiló muy mal la mayoría absoluta del PP y llega un momento en que decide que todo vale”. También rememora oportunamente la intervención de Felipe González, en el último día de la campaña vasca para las elecciones autonómicas de 2001, cuando Redondo Terreros y Mayor Oreja habían sellado un esperanzador pacto: “Nico, no cometamos más errores. Hay que recuperar a mis amigos del PNV”. El tiempo nuevo… Es decir, si el PSOE ya tenía una alianza con el nacionalismo contra la nación, ya sólo faltaba sumar al PP.
El objetivo cumplido del 11M, por tanto, no fue la repugnante etapa de Zapatero contra la nación, sino la gran traición actual del PP que está consolidando lo peor del zapaterismo. El 11M tiene que ver con la afirmación de Rajoy del 20 de octubre de 2011: “este anuncio de ETA es una gran noticia porque llega sin que hubiera concesiones políticas.” Era mentira porque era ya ése tiempo nuevo…
El 11M se empieza a comprender una vez que Mariano Rajoy pierde por segunda vez y decide aceptar que para ser Presidente del Gobierno debe asumir el tiempo nuevo. Eso explica bien las diferencia entre el Rajoy de 2004 a 2008 y el que ahora padecemos. De ahí se comprende que echara a San Gil, que removiera todo el poder del partido contra Esperanza Aguirre, que amasara el resultado del Congreso de Valencia y demostrara, durante la segunda legislatura de ZP que aceptaba el proceso de negociación con ETA, la legalización del terrorismo, la anulación de las Víctimas (la AVT de Alcaraz), el enterramiento de la investigación del 11M y, como estamos viendo, el programa económico socialista que afianza el Estado ruinoso de las Autonomías del que vive una casta político-sindical-empresarial corrupta que, para mantenerse, está acabando con la nación a base de impuestos y destrucción de riqueza.
Hoy se comprende más que nunca que no hay partidos, sino sistema, que no hay lucha ideológica entre derecha e izquierda sino un enfrentamiento entre quienes quieren nación y libertad y quienes defienden un sistema de corrupción que se desmorona. Es decir, el 11M no se trató solamente de un Golpe de Estado para colocar al Partido Socialista en el poder; el 11M fue, sobre todo, un proyecto magistral para terminar de introducir al PP en un proyecto contra la nación. Efectivamente, si la Alianza Popular de Fraga tuvo la misión de colar a la derecha de los años ochenta la gran estafa de aceptar los dislates de la izquierda y del nuevo régimen (Autonomías, desaparición de la independencia judicial y un programa contra sus propios valores), el 11M canalizó, unos pocos años después y pactos oscuros mediante, la zapaterización de Rajoy, como desgraciadamente estamos comprobando a diario: socialismo económico, impedimento de reformas urgentes, consolidación de los dislates progresistas contra el orden elemental, aceptación de Bildu ETA en el juego político, paralización definitiva de la investigación del 11M y mantenimiento de la ruina Autonómica y de la clase política corrupta.
No hay que tener miedo. Hay que conocer el problema para diseñar la solución. No se empeñen en defender al PP del PSOE o de criticar sólo al nacionalismo, no se dejen engañar: preocúpense de identificar la maldad del sistema, esto es, de la corrupción de un poder, de una comunidad de intereses que controla el Estado contra España y los españoles. Dejó claro Cicerón que “el ciudadano decente no puede tolerar que en su patria se instale un poder por encima de la Ley”. Sólo si sabemos exigir libertad, democracia auténtica y unidad nacional tendremos remedio. Son valores todos ellos por encima de las ideas y valores de cada uno. Primero nación y libertad, esto es, democracia de ciudadanos libres e iguales con justicia independiente. Dado esto, que debe unirnos a todos por encima de matices, luego ya podremos discutir cuáles medidas pueden ser mejores. Como dice Luis del Pino en su interesante prólogo, con toda la razón y todo el sentido profundo de aquello de Cristo, “la verdad nos hará libres”.
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