jueves, 21 de marzo de 2013

NO ME INTERESA BERGOGLIO, ME INTERESA FRANCISCO: EL PAPA JESUITA

Desde la renuncia de Benedicto XVI hace más de un mes, el mundo ha hablado sin cesar de la Iglesia. De pronto, la elección sorprendente de un argentino, ha suscitado todo tipo de comentarios, si bien la mayoría positivos, alegres, con esperanza de renovación, incluso desde quienes desde su miopía esperan que el Papa haga cualquier disparate.
Por primera vez en años, las numerosas portadas sobre la Iglesia hablaban del nítido mensaje de Cristo y no de los escándalos que algunos de sus pastores estaban provocando… En sí, ya es un motivo de alegría. Desde todos los ámbitos, se ha reconocido, cuando más terrenalmente, la capacidad de la Iglesia para renovarse, para llamar a alguien distinto, ajeno al entramado de poder vaticano, con capacidad de cambiar las cosas, llamando a un pastor, a un jesuita y a un no europeo; y cuando más espiritualmente, ha reconfortado que se llame a un hombre de predicación sencilla y cercana –el Papa no tiene por qué ser siempre una eminencia en Teología-, un hombre preocupado por rescatar la belleza de la sencillez evangélica haciéndose llamar Francisco, por el santo de Asís, auténtico reformador de la Iglesia en un tiempo oscuridad mayor que la presente: recuerden los sueños de Inocencio III viendo que la Basílica de Constantino se le venía encima hasta que un hombre harapiento la sostenía. Reforma y vuelta a la autenticidad son constantes en la Historia de la Iglesia. Maravilloso. ¿Alguien cree que los cardenales, auténticas eminencias, se equivocan asistidos divinamente?
Pero entre todos estos motivos de alegría, mal ejemplo están dando algunos católicos –también algunos sacerdotes- ante la impresionante llegada a su Cátedra del nuevo Vicario de Cristo, el Papa Francisco. Y son los que más presumen de pureza… Dios juzgará su corazón triste. Pero diremos unas cuantas cosas para parar la irrupción de la tristeza, uno de los sentimientos más opuestos a la fe cristiana. ¿Por qué algunos hurgan en el pasado de Francisco en vez de dedicar energía a intentar comprender por qué Dios ha llamado a éste nuevo Vicario? Ya no es Bergoglio. Ya no es un obispo argentino. ¡Es Pedro, el Obispo de Roma!
Hoy visitaba a una sencilla mujer –casi como una madre- en un Hospital Público atestado de neumonías de final del invierno…
-¿Qué te parece éste Papa, Blas? ¡Qué buena pinta, que hombre tan bueno y tan humilde, qué bien que hable de la pobreza y se llame Francisco!
Ya lo dijo Cristo: “has revelado Padre estas cosas a los sencillos.” Pero ahí tenemos una minoría de católicos que cometen el mismo error que tantos cismas provocó: crítica preventiva o directamente odio al Papa y selección de la doctrina a conveniencia. Esos críticos buscan frases sacadas de contexto para intentar pillar al Papa progresista que se han dejado construir en su mente.  Centrémonos en lo positivo, que es mucho.
Tenemos un Papa jesuita. El primero. Han llamado los cardenales -al parecer con una unanimidad impresionante- a un Papa de Hispanoamérica que es jesuita. Es impresionante, dada la Historia reciente. Yo me he educado en los jesuitas y conozco bien los desencuentros entre Roma y la Compañía. Grandes retos tiene la Iglesia en el continente que cree gracias a España. Pero mucho más en ese Ejército de San Ignacio, la Compañía del Salvador que tan grandes servicios prestó a la Iglesia, que tantos santos dio para mayor gloria de Dios, pero también, en las últimas décadas, notables disgustos. ¿Acaso hoy la Compañía no tiene en el nuevo Papa un referente al que obedecer, para llegar a la superación de un recelo histórico desde que Juan Pablo II y el Cardenal Ratzinger remataran esa escandalosa y pervertida Teología de la Liberación que tantos disgustos también dio a un Provincial jesuita llamado Bergoglio? ¿Acaso Dios intuirá que a uno de los suyos no tendrán más remedio que hacerle caso, para volver a sus raíces fundacionales, tal y como les han rogado, de todas las maneras, Juan Pablo II y Benedicto XVI? ¿Acaso un cardenal polaco y uno alemán, luego enormes y santos papas, no fueron verdaderos reformistas en el Vaticano II, formulando mucha de la doctrina aún desconocida y tan mal interpretada por unos y otros? ¡La Compañía ha sobrevivido a peores embestidas de los poderes del Mal!
Pero, con la renuncia de Benedicto XVI podemos decir que se cierra el capítulo de  la gran crisis del Concilio; eso ya se ha superado y la Iglesia se enfoca de nuevo –tras afianzar la Verdad- en propagarla. Entonces, ¿por qué hay católicos que se prestan a usar esa terminología política, tramposa y dañina, que califican a los papas de progresistas o conservadores cuando son los guardianes de la fe de siempre? Que cometen errores en cuestiones mundanas nadie lo puede dudar. Pero son injustos quienes están calificando un papado en sus inicios por el pasado de un cardenal.
No señores, no interesa Bergoglio. Céntrense en y amen a Francisco.

martes, 19 de marzo de 2013

Los juancarlistas odian a la Monarquía

Cuando leo Historia, cada vez me fijo más en esos detalles de la vida privada o de la forma de ser de sus protagonistas, que desencadenan grandes cambios en el rumbo de las sociedades, a veces con consecuencias trágicas. Así, la soberbia y el rencor de un agustino del siglo XVI, con algo de razón y manipulado con ciertas dosis de política, desgarró Europa hasta el día de hoy…
En España, asistimos a la comprobación de los ya sabidos amores y negocios del Rey, peores los segundos que los primeros, y nefasta la combinación de ambos en el personaje de su novia Corinna. Nada nuevo salvo que se están publicando detalles y pruebas de ciertos escándalos que han acompañado a Juan Carlos I desde la muerte de Franco. Todo ello, en los días en que un Papa renuncia y la Iglesia llama a otro capaz de una regeneración urgente, nos hace preguntarnos: ¿por qué el Rey de España no abdica?
Siguiendo con la comparación, podemos decir que Benedicto XVI había cumplido su misión, tenía la conciencia tranquila y el impulso del Espíritu Santo. En cambio, el Rey está retenido por su propio pasado, esconde numerosos delitos y le paralizan una serie personajes abundantes conocidos como los juancarlistas, que han sido y son, los principales enemigos de la Monarquía. Yo, precisamente por admirar la Monarquía Hispánica, su gran Historia y sus grandes reyes desde Pelayo, no puedo ser, ni seré nunca, juancarlista.
El juancarlismo es esa suerte de intereses que han utilizado y corrompido a un Rey encantado de dejarse utilizar y corromper, para que un grupo de amigotes se forrara mediante la corrupción y el mal gobierno, sin importarles en absoluto que, mientras se dedicaban a los negocios sucios cargados de suculentas comisiones engordadas en los presupuestos del Estado –nuestro dinero-, España se fuera arruinando, corrompiendo y dividiendo, hasta el punto de que la nación entera se halla –ya desde hace varios años- en un proceso terminal. Juancarlistas pasivos -y torpes- han sido todos los españoles adormecidos por los medios de manipulación.
¡Cuánto se habrán reído los entrañables amigos Juan Carlos y Corinna cuando, entre sus negocios saudíes, algún inepto adepto, repetía la consigna de que el Rey es nuestro mejor embajador! ¡Qué cantidad de mentiras ha construido el juancarlismo para esconder la porquería de un Rey –y de toda una familia- dedicada a enriquecerse a costa de los españoles! Con el caso de Urdangarín por ejemplo, hemos visto bien aplicada la lección del Lazarillo: si la Casa callaba durante años porque Iñaki se comía las uvas de dos en dos, era porque ellos se las comían de tres en tres. Y ahora todo estalla porque peligra el puesto de ese hábil periodista que, si ya derrocó al felipismo, no duda de que debe derrocar al juancarlismo cuanto antes para seguir en el cargo. Pero es el juancarlismo lo que es radicalmente enemigo de la Monarquía y con razón se ha dicho que en España –desde los borbones- nunca hicieron falta republicanos.
Si el Rey tuviera más respeto por la Patria y la Corona, ya se habría ido. Pero los borbones no se fían tanto de sus hijos como para dejar el cargo justo cuando todo su pasado de corrupción e inmoralidad se les viene encima. Lo que necesita la nación es un cónclave profundo para dar paso, de una vez, a la auténtica democracia donde, si nos roba, se pueda echar al Presidente del Gobierno o, incluso, al Jefe del Estado sin esperar a que, víctima de sus propios delitos, tenga que esperar a atar todo bien atado antes de abdicar. Porque en esas estamos y la nación se desangra.

jueves, 14 de marzo de 2013

FRANCISCO I: MISTERIO, SORPRESA, ESPERANZA

Misterio
Las quinielas de los medios, las tergiversaciones de la prensa interesada, las propias preferencias de los sinceros católicos no son más que razonamientos inútiles. En el Cónclave pasan cosas de las que no tenemos ni idea y yo no dudo de que Dios juega con todos los ingredientes para seguir sorprendiendo; Dios tiene un gran sentido del humor y nuestra fe, la fe de los católicos, nos enseña a cambiar la mirada para ver lo mismo de una manera más auténtica. Dios ha hablado y lo correcto será intentar entenderle.
Sorpresa
¿Estaba Benedicto XVI pensando en éste Papa como sucesor cuando renunció? Estaba pensando en que Dios sabría elegir lo que más conviniera. Las dificultades han sido muchas y si el cambio es importante, de alguna manera el nuevo Papa resulta el hombre más adecuado. Un católico no puede entristecerse porque las cosas no hayan sido como uno quería. Hay que intentar comprender qué hay detrás de una sorpresa. En la última entrada hablábamos de la alegría pero algunos prefieren dañar a la Iglesia que dicen amar. Si bien el Cardenal Bergoglio era considerado papable en 2005, ésta vez parecía que se elegiría un Papa más bien joven. Quizá guiados por las palabras de Benedicto XVI en las que nos decía renunciaba por falta de fuerzas. Sorpresa enorme ya que el nuevo Papa es primero de muchas cosas: primer Papa de América, jesuita, no europeo y el primero que elige el nombre Francisco. Por el de Asís de los pobres; por el de Javier de las misiones. Por eso nos habló con sencillez de la nueva evangelización.
Esperanza
La Iglesia en América -norte y sur- es posiblemente la más dinámica del mundo y con grandes retos, como el tema del avance del protestantismo en el sur y el materialismo consumista en el norte. Además, la Compañía de Jesús, por fuertes agitaciones de los tiempos, está en un momento de urgente renovación. Por otra parte, la Iglesia renueva la forma del mensaje: no tendremos ni a un Papa mediático, comunicador, ni a un gran teólogo. Tenemos a un hombre sencillo, fiel a la Iglesia, austero, preocupado por la pobreza que sufren tantos millones de personas en el mundo -¿nos acordamos de éste brutal escándalo los cátólicos?-, que ha sufrido a un gobierno radicalmente anticatólico, que supo enfrentarse con valentía a los coletazos de la Teología de la Liberación en un continente y en una orden religiosa carcomidas por la trampa de una falsa fe politizada. Yo tengo esperanza. Yo creo en Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Dios ha hablado y nadie puede juzgar por el pasado un pontificado que debe comenzar.
Acepten el misterio, disfruten la sorpresa de la Fe y tengan esperanza.

domingo, 10 de marzo de 2013

El reto del nuevo Papa: “se puede ser moderno y fiel a Cristo” (Juan Pablo II)

Dedicado a @paterdavid, porque conversando con él, decidí escribir este artículo...
-¿Por qué no estás alegre? –pregunta el Padre bueno a su hijo mayor, que refunfuña apartado porque el hijo menor había regresado tras dilapidar su parte de la herencia paterna. Y con el mismo amor con el que había recibido al que volvía arrepentido, invitaba al siempre fiel a incorporarse a la fiesta…
Estamos en el Cuarto Domingo de Cuaresma, conocido como Domingo de la Alegría, día especial en un tiempo de oración y penitencia. Y hoy se lee el Evangelio de la Parábola del Hijo Pródigo. A la vez, toda la Iglesia católica está orando, y el resto del mundo expectante, ante la semana decisiva en la que –casi seguro- un nuevo Papa será elegido.
Está siendo francamente interesante la cobertura de los medios de comunicación de todo tipo, y con diferentes intenciones, en relación a la Iglesia católica: papables, entrevistas, reflexiones, conspiraciones absurdas, artículos... Desde que Benedicto XVI anunciara su renuncia, todo el mundo mira a Roma. No es para menos: vivimos un tiempo decisivo, crucial, en el hemos de elegir entre civilización o barbarie. No es una exageración. El nuevo Vicario de Cristo será fundamental, no sólo para toda la Iglesia, sino para un mundo perdido, sin rumbo, sin mapa y sin referencias.
Es cierto, y triste, que muchas personas estén aceptando una información muchas veces sesgada sobre lo que ocurre en la Iglesia. Peor aún es que muchos católicos se dejen manipular, poniendo en peligro su fe, su paz espiritual y su esperanza, por esa misma información tergiversada. La elección del Papa no se realiza entre luchas políticas, batallas de progres contra carcas, o entre conspiraciones masónicas y misas negras, o siguiendo los dictados del mundo ni, mucho menos, entre cardenales ávidos de poder. Al contrario: pocas veces en la Historia de la Iglesia hemos encontrado un colegio en el que abundan cardenales preparadísimos para ésta gran tarea. Es más, si el Papa ha renunciado después de vivir “tiempos en los que el Señor parecía dormir” es porque es consciente de que por fin “se ha barrido la suciedad que había en la Iglesia.” Efectivamente: “Es Cristo quien conduce la Iglesia, la barca es suya y no la deja hundirse” y “la palabra del Evangelio es la fuerza de la Iglesia. Esta es mi confianza, esta es mi alegría.”
Entonces, si esto nos ha dicho Benedicto XVI el día antes de renunciar al papado, ¿por qué hay tantos católicos que no están alegres?  El tema es complejo y llevo reflexionando sobre él muchos meses. Porque el mismo Papa nos ha dicho que los problemas de la Iglesia no vienen tanto de fuera como de los enemigos interiores.
La Iglesia sufrió una profunda crisis durante la segunda mitad del siglo XX que Juan Pablo II y Benedicto XVI supieron, primero controlar y luego erradicar, durante sus pontificados. Ya no se puede hablar de una Iglesia de conservadores y progresistas. Estamos en otro tiempo. Estamos, de hecho, empezando a comprender lo que dice el Concilio Vaticano II después de habernos dejado manipular por sus interpretaciones. Cualesquiera de los que se quieren colocar en uno de los dos bandos de tiempos ya remotos no hace sino contribuir a la falta de alegría. Pocos saben, de hecho, que en España están aumentando las vocaciones a un rito del 6% en los últimos tiempos y que, en las diócesis y las órdenes religiosas fieles a la fe, no faltan nunca nuevos miembros.
El nuevo Papa tiene el reto de predicar al mundo de hoy, con palabras de hoy, el mensaje de siempre. ¡El mundo necesita más que nunca de la Palabra que es Camino, Verdad y Vida! Debe hacer realidad aquello que dejó dicho Juan Pablo II al despedirse de España: “se puede ser moderno y fiel a Cristo.” Ésta breve, pero profundísima frase, encierra, junto con ésta otra de Benedicto XVI –“la Modernidad tiene valores positivos porque nacen precisamente del cristianismo”-  el gran reto de la Iglesia: conjugar Tradición con un mensaje para un mundo que necesita encontrar fundamentos a una razón perdida. Así, llegando a España, Benedicto XVI dijo en el avión: “el renacimiento del catolicismo en la época moderna se produce sobre todo gracias a España, donde figuras como San Ignacio, Santa Teresa o San Juan de la Cruz dan forma a la fisionomía del catolicismo moderno. Pero es también verdad que en España nació una laicidad, un secularismo fuerte y agresivo, como vimos en los años treinta. Este choque entre Fe y Modernidad, ambas muy vivaces, tiene lugar de nuevo hoy en España". Por eso "el futuro de la Fe y el encuentro entre Fe y laicismo tienen su punto central en la cultura española". Es el gran reto, otra vez, de la Iglesia. Sin duda.

Porque hoy vivimos las consecuencias de una Modernidad extraviada. La Modernidad es el proceso que nace en ambientes intelectuales cristianos –las universidades de Europa-, en el que se buscan, legítimamente, nuevas respuestas desde una autonomía humana –dejando de lado las antiguas estructuras de pensamiento típicamente católicas-, porque el mundo estaba cambiando ante los nuevos avances sociales, políticos, científicos y filosóficos. Si bien España produjo sabios y santos que supieron responder al reto conservando la esencia de la fe, en el resto de Europa, con el tiempo, tal proceso se extravió haciendo absoluta la razón, negando a Dios y, con toda lógica, acabando en el relativismo más absurdo e irracional que hoy padecemos.
Frente a las diversas corrientes de pensamiento que con sus errores provocaron desde los totalitarismos a las guerras mundiales, la Iglesia supo siempre alertar, en una lucha agónica, de las causas que estaban produciendo tan nefastas consecuencias. Ahí está la doctrina del XIX y de la primera mitad del XX. Pero quizá la Iglesia –qué bueno es eso de saber reconocer los fallos- se enfrentaba a un mundo sin comprenderlo totalmente, condenaba a unos hombres errados a veces sin amarlos y, asumiendo el gran papel encomendado, protegía el tesoro de la Fe de una manera que también lo hacía inaccesible aunque, es evidente, que gran parte de los poderes del mundo tampoco estaban interesados en conocer lo que la Iglesia tenía que decir… Fe y Modernidad parecían irreconciliables.
Pero ahora vivimos un tiempo nuevo. Juan Pablo II y Benedicto XVI se han distinguido por un profundo diálogo a todo nivel con el hombre de hoy, con los hombres que padecen los errores de la Modernidad, y no para condenarles sino con el objetivo de encontrar los puntos de reconciliación, que los hay, y son numerosos. Ha sido posible porque estamos ante dos gigantes del pensamiento, cargados de Fe y Razón, capacitados para responder sin titubeos a los complejos retos de un pensamiento desnortado. Si ellos han dejando sentadas las bases teológicas y filosóficas necesarias para comprender y responder al mundo de hoy, el reto del nuevo Papa es comunicarlas a un mundo hambriento de esperanza.
Así, Benedicto XVI ha barrido la basura que carcomía a la Iglesia, ha seleccionado obispos y cardenales fabulosos, ha consolidado la enorme doctrina de Juan Pablo II, ha avanzado más de lo que nadie imaginara en las vías de diálogo con las otras comunidades cristianas y ha rematado su valioso pontificado con su renuncia  dejando boquiabierto al mundo y despertando a tantos católicos dormidos, de manera que todos los ojos de la humanidad se centran ahora en la elección de su sucesor, que será sin duda un Papa más bien joven, pastor, valiente, comunicador, sorprendente y que hará mucho más por sacarnos de la grave crisis que vivimos, que cualquier medida financiera que tomen los bancos centrales, porque no se debe olvidar que nuestra crisis es, ante todo y sobre todo, espiritual.
¿Cómo no vamos a estar alegres?

jueves, 7 de marzo de 2013

Os lo dije: desde que ganó Rajoy, gobierna el PSOE...



Todavía hay muchísimos españoles que no quieren enterarse y se aferran a la ilusión de que éste sistema permite –PP mediante- la regeneración total –moral, institucional, económica y por ése orden- que necesita España. Todavía ayer varios seguidores me preguntaban si era cierto lo que acababa de declarar el Ministro de Economía, Luis de Guindos a la revista Forbes. Todavía hay gente que cree que el Partido Popular y el Partido Socialista se diferencian en algo, cuando son los garantes de un régimen de corrupción coronado, como genialmente ha descrito Jesús Cacho.
Lo que no podían creer mis seguidores –posiblemente abducidos por esa doctrina del mal menor que lleva a concluir, sin racionalidad alguna, que Rajoy es mejor que ZP- es que el Ministro de Economía había afirmado: “soy católico, pero no estoy en contra del matrimonio homosexual ni de la ley actual del aborto.” Olvidan muchos que éste Ministro ha nombrado Secretaria de Estado de Innovación a la abortista socialista Carmen Vela…
También Montoro se decía liberal y subió el IRPF más que la propuesta programática de los comunistas. Pero desde hace unos días, y posiblemente a raíz de unas declaraciones bien manipuladas del Ministro Fernández opinando contrariamente al matrimonio de personas del mismo sexo, se ha desatado una competición de progresismo entre los miembros del Gobierno y otros dirigentes del Partido Popular que está resultando francamente ridícula…
Así, Gallardón -¿a quién sorprende éste personaje sin más motivación que trepar hacia la Presidencia del Gobierno que se ha dejado la educación y los principios por el camino?- ha declarado -¡y es Fiscal!- que “donde hay amor hay matrimonio”, destrozando el derecho elemental, por cuento ahora estamos casados con padres, hijos, abuelos y hasta amigos… Un caos, creo. Pero me apresuraré, en caso de que alguno fallezca, a reclamar la mitad de los bienes. Tantos años soportándonos  y eso no va a quedar sin compensación. Oyarzábal, por supuesto, ha superado a todos, pues  se reivindica a sí mismo, que por eso ha llegado donde ha llegado…
Hasta Margallo (Exteriores) se ha puesto también el dorsal para correr en la competición progre. Y hasta ha preferido creer a la Dictadura Castro que a un miembro de su partido, el pobre Carromero que, una vez que se ha animado a contarnos cómo mataron los comunistas a Payá, se ha ganado el respeto de mucha gente que le ve como un valiente.
Así que suben el IRPF, apoyan el aborto, liberan etarras, creen al castrismo, están a favor del matrimonio gay… Si ya os lo dije: ¿ha ganado Rajoy? Pues tranquilos, sigue el PSOE en el poder…

lunes, 4 de marzo de 2013

¿Por qué la política económica del PP es socialista?

Un político vocacional, cansado de perder el tiempo en Génova 13, me comentó que el PP es un partido en el que se han agrupado diversas corrientes y que por tanto no tiene ideas, sino intereses: es todo un mecanismo para lograr el poder cuando el PSOE se lo permite.  Y al no tener ideas, toma prestadas las de los socialistas. Porque los populares están convencidos de que España es de izquierdas y que, de alguna manera, ellos sólo tienen que convencer a la mayoría, porque los suyos siempre les votarán. Lo cual no deja de mostrar esa ingenuidad que lleva al fracaso: nadie de izquierdas les vota y cada vez pierden más votos por la derecha. ¿Ingenuidad, o más bien maldad?
Ya lo dijo Montoro cuando decidió traicionar las esperanzas de cambio de los millones de españoles que votaron PP para echar a Zapatero: “hemos subido impuestos y hemos descolocado a la izquierda.” Y tanto: la subida del IRPF del Gobierno Rajoy, primera de un sinfín de traiciones, superaba la propuesta más atrevida de Izquierda Unida…
¿Por qué ocurre esto? Lo explica un ejemplo de la vida real. Recuerdo un coloquio con Álvarez del Manzano, de los pocos políticos decentes y honrados que han pasado por ésta partidocracia, al dejar su cargo de Alcalde de Madrid: “me voy triste de la política porque mi partido no ha logrado acabar con el aborto. En éste asunto hemos estado pendientes de las encuestas, que siempre decían que en España, al menos un 51% de la gente está a favor y por eso no nos hemos atrevido a legislar para reducir el número de abortos.”
Es así. El PP vive en el continuo temor a la izquierda. El Gobierno está paralizado y no hace las reformas que necesita España: más libertad económica, menos impuestos y un cambio radical del modelo de Estado y del sistema de representación. Y eso ocurre porque el PP no tiene principios. Si los tuviera, lo defendería e intentaría orientar a la población acerca de la bondad de sus propuestas. Pero los populares renunciaron ya desde Fraga a los asuntos morales y con Rajoy han renunciado del todo al tema nacional –vean cesiones a ETA- y a la cuestión económica.
En el campo de la economía, no sólo han aplicado principios del socialismo más totalitario, esquilmando a ciudadanos y favoreciendo a los poderosos del dinero –es así el socialismo-, sino que han invertido dinero público en bancos quebrados por una gestión basada en la estafa, y nada más  parecido hay a nacionalizar la banca…
Es complicado decirle a la gente que no podemos vivir del cuento, que las medicinas cuestan un dineral, que no se pueden pagar las pensiones ni el paro; que alguien siempre paga y que hay que trabajar duro para salir de la crisis. Eso es difícil de decir a una ciudadanía que está hasta las narices y sin esperanza. Pero es imposible de transmitir nada positivo acerca de tanto recorte cuando los miembros de tu partido se forran a base de robar; cuando se recorta de todo menos de los privilegios de una casta voraz; cuando estás dando subvenciones a quienes directamente destruyen la convivencia; cuando reduces los registros de la propiedad de manera que tú sales beneficiado; cuando se sigue favoreciendo a los mismos o cuando los políticos que dejan el poder siempre encuentran una empresa favorecida por el Gobierno para seguir cobrando un pastón.
En fin, el Gobierno hace política de izquierdas porque no tiene principios, porque ha renunciado a las reformas que urgen –¡Montoro acaba de decir que las Autonomías funcionan bien!-, porque es partidario del capitalismo de los amigos del poder y del socialismo para el ciudadano, y porque, en fin, sólo buscan proteger sus intereses y los del PSOE. Por eso Gallardón ha indultado a un asesino kamikaze y no indulta al Juez Ferrín Calamita. Por eso continúan los beneficios a los presos de ETA. Por eso, reformar el aborto, solo era una mentira para contentar a tanto votante desnortado.
Lo que no se entiende es que la izquierda española se manifieste tan agresivamente contra un Presidente y un Gobierno que está aplicando, mejor que nadie, toda la ideología del socialismo…