domingo, 5 de agosto de 2012

Lecturas de verano: 4-¿Qué pretende el Papa convocando ahora un Año de la Fe?

En una breve Carta Apostólica publicada en octubre de 2011 y titulada Porta Fidei, Benedicto XVI ha convocado un Año de la Fe desde el 11 de octubre de 2012, cincuenta aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II y veinte de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, hasta el 24 de noviembre de 2013, Fiesta de Cristo Rey.

¿Por qué? El Papa dedica unas páginas interesantísimas para explicar el motivo de tan importante convocatoria.

Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas... No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta.

Sobre la importancia del Catecismo, insiste: …el Catecismo de la Iglesia Católica, fue promulgado por mi Predecesor, el beato Papa Juan Pablo II, con la intención de ilustrar a todos los fieles la fuerza y belleza de la fe. Este documento, auténtico fruto del Concilio Vaticano II, fue querido como instrumento al servicio de la catequesis, realizándose mediante la colaboración de todo el Episcopado.

Sobre la importancia del Concilio Vaticano II,  proclama con fuerza: Siento más que nunca el deber de indicar el Concilio como la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza. Yo también deseo reafirmar con fuerza lo que dije a propósito del Concilio pocos meses después de mi elección como Sucesor de Pedro: Si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia.

El Papa recuerda en este breve documento, el vital testimonio que debemos dar los creyentes: Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo… Esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble…La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree. La Iglesia en el día de Pentecostés muestra con toda evidencia esta dimensión pública del creer y del anunciar a todos sin temor la propia fe.

Además, Benedicto XVI repite, una vez más, la importancia de conocer la fe de la Iglesia: …el conocimiento de los contenidos de la fe es esencial para dar el propio asentimiento, es decir, para adherirse plenamente con la inteligencia y la voluntad a lo que propone la Iglesia. El conocimiento de la fe introduce en la totalidad del misterio salvífico revelado por Dios.
Y termina con una preciosa llamada al fruto de la fe auténtica, el amor:

El Año de la fe será también una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino.

No dejemos que la sal se vuelva sosa.

Aquí el documento completo, es breve y merece la pena:

1 comentario:

  1. Nuestro tiempo está en un punto muerto. Hemos renunciado a la fe y hemos depositado nuestro poder y recursos en manos de nuestros peores enemigos. Esos q niegan y persiguen todo aquello que los evidencia y anula como lo que son.

    Hemos permitido que nos ganen la espalda y que hundan su veneno en nuestra alma. Necesitan negar a Cristo porque en él reside la verdad, y en ella la libertad. Y no pueden permitir ninguna de las dos, porque ambas los anulan en su despreciable maldad, dejando al descubierto su nauseabunda miseria moral.

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