miércoles, 18 de septiembre de 2013

Lo urgente no es defender tus ideas, sino crear un sistema para poder defenderlas

Claro que siempre hay que mantener los principios y, por supuesto, defenderlos. No me entiendan mal...

Pero es tal la situación de la partitocracia corrupta que ha llegado el momento de sumar, de presentar alternativas serias. No podemos quejarnos siempre. No podemos criticar permanentemente todo. No podemos, mucho menos, quedarnos parados mientras todo se hunde a nuestro alrededor. En la Historia ya han ocurrido sucesos parecidos, crisis terribles y momentos de pesimismo sin esperanza alguna en un futuro mejor. Pero fueron las minorías, minorías creativas se llaman ya en el mundo del pensamiento, las que, sin miedo, con esperanza, con fe, con ilusión, transformaron lo que todo el mundo creía imposible de mejorar.

Para cambiar las cosas hace falta tener una alternativa. No basta la crítica por sí misma. Está bien diagnosticar el problema: es una paso evidente para comenzar a solucionarlo. 

España necesita de buenos médicos, no tanto para el diagnóstico, que está ya claro desde hace años, sino para diseñar una estrategia de cura. Todo un equipo de médicos. Y unido. De diferentes disciplinas. Porque no necesitamos esos micropartidos de cada ego ni minilíderes obtusos. No necesitamos defensas de la patria que contribuyen a alimentar al enemigo. No necesitamos analistas de red social. No necesitamos soluciones de barra de bar. No necesitamos tanto defender nuestra singularidad, nuestras pequeñas nimiedades sino entender que debemos crear un sistema donde las ideas puedan ser defendidas, donde se escuchen las opciones, donde se respete a todos y no se permitan ni chantajes a la nación, ni estructuras políticas cerradas. Debemos, en fin, sumar. 

Necesitamos unión por unos mínimos para crear una democracia auténtica, un sistema abierto. Lean Catársis, ya comentado aquí. Debemos entender que si cada uno nos cerramos en nuestras propias prioridades jamás construiremos nada. Porque muchos han olvidado que la política es el arte del pacto y del negocio y hay que prepararse para poder formar una alternativa más allá de principios excluyentes. Sobra radicalismo sectario.

Si  no se genera una corriente auténticamente democrática, reformista, nacional, dispuesta a proteger derecho y libertad en todos los ámbitos con unas garantías jurídicas basadas en la independencia del poder, con libre acceso a la arena política, nada podrá ya ser defendido. Ni siquiera tantos principios que hoy nadan en la marginalidad. Al menos cambien la estrategia... Urgen mentes abiertas, espíritus genenerosos. "No podemos lavarnos las manos", dice el Papa Francisco. No podemos decir, como me decía ayer un amigo "a mi no me interesa la política, porque no creo en ella" porque así alimentamos aún más el poder de los que nos han estafado.

Piensen, mediten, dejen los tópicos. Abandonen el sectarismo. Sólo sumándonos a un grupo cualificado, una minoría inteligente, formada, culta, respetuosa y ambiciosa, con fe e ilusión es nuestra esperanza de crear la auténtica mayoría que sacará a España del Estado de Corrupción nacido del Régimen de 1978.


15 comentarios:

  1. Muy de acuerdo con muchos puntos de la entrada, aunque, en mi opinión, el enfoque se queda por el camino un poco, porque la alternativa que hace falta tener ya se tiene y es conocida, una democracia sana.
    El régimen de 1978 dió lugar a esta democracia corrupta, pero se necesita esa otra democracia sana. En mi opinión, más que "mentes abiertas y espíritus generosos", o mejor dicho, además de eso, lo que urgen son "mentes honradas y espíritus honestos" con la Ley Natural, que hasta un ateo puede reconocer en su corazón pues ahí la puso Dios para todos los hombres. Por eso es democracia sana, en lugar de corrupta.
    Pero en esta época, Dios está arrinconado; de ahí los microgrupos extraparlamentarios y, ante todo eso, la dificultad de sumar pues no se acepta a Dios (sumar lo dicen todos, hasta los políticos corruptos actuales); porque sumar para seguir con este estado de cosas es fácil, si no véanse los acuerdos entre partidos para ocultar las cosas que pasan.
    Coincido en que nos debe interesar la política, porque va con nosotros los hombres y nos afecta; y coincido en que hay que pensar y no moverse con tópicos. Por ejemplo, la democracia actual está idolatrada y considero que eso no debe ser, especialmente para alguien considerado católico.

    Invito a leer el texto del enlace de Rafael Gambra, que junto con tu abuelo, ha sido uno de los que mejor ha defendido la aplicabilidad de la doctrina cristiana en todos los ámbitos de la vida:

    http://www.restauracionacional.org/cristianismo-contra-democracia/

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    1. Es evidente. Gracias, ya sabía que llegarían matices. Pero con esos matices no seremos capaces de unirnos a una corriente reformista. Desde el siglo XIX -por la derrotas de las guerras carlistas y su tradicionalismo criticado hasta por Menéndez Pelayo- y salvo el periodo del franquismo -que tampoco se hizo bien, viendo el resultado de tanta traición en la Transición- la derecha -no me refiero al PP- no ha sabido llegar, convencer, ilusionar. Porque se encierra en principios muchas veces no bien entendidos y peor aplicados en vez de escuchar las voces de cada tiempo para entrar a solucionar problemas actuales. El más grave, hoy, es la falta de una verdadera democracia, que nada tiene que ver con el régimen de la partitocracia corrupta del 78. Pero amigo, tenemos ahí a muchos que creen que la política es el arte del dogmatismo...

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    3. El único que tuvo claro, en dos siglos, que el problema de España no eran los españoles sino sus repugnantes políticos fue Franco y en consecuencia los echo a todos, de derechas y de izquierdas y durante 40 años vivimos con cierta tranquilidad.
      En cuanto se vieron con vía libre empezaron de nuevo a ramonear, rastrojear, fantochear, robar ,mentir azuzar y destruir, 35 años después estamos como al principio de 1934.
      la democracia en España jamas funcionara sino hay un poder serio que la ampare y corte las alas de los golfos en cuanto levanten el vuelo, una Justicia decente que aplique leyes serias e impida que los politicos, tanto locales como municipales como Nacionales se crean que el pueblo, la capital o la nacion es suya y en consecuencia hagan con ella lo que les sale de los gorongonchos.
      Los politicos solo son ciudadanos puestos por el resto para que gestionen sus problemas y los solucionen, si cometen una tropelía deberian tener una condena muy superior a la de los demás delincuentes.
      Porque el problema de España son sus políticos.
      Y los nacionalistas, esa basura
      http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/

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    4. Bueno, yo no he querido matizar nada, sólo dejar una modesta opinión. Porque he intentado seguir con interés la pretensión de la encomiable iniciativa expuesta y la exposición de las ideas para entenderlas. Pero hablando de política y reconociendo a estos políticos como el reto de nuestros días, se debería apuntar a una alternativa -definiéndola algo mejor que como un sistema-, que, personalmente, no veo. En su lugar veo una contradicción al diagnosticar ese problema y, en cambio, como se hace en la entrada del 29 de julio 2013 (final del cuarto párrafo), referirse a "la compleja tarea del servicio público" como "el arte del pacto y de la habilidad dialéctica". ¿No es eso lo que han hecho los trileros políticos, pactar y pactar y dialogar y pactar?
      Entiéndase el comentario como apreciación personal de un patriota con intención constructiva. Como se ha dicho alguna vez, los debates enconados, más si son análisis enconados de la red social, no llevan a ningún sitio.

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    5. Pienso que el gran Menéndez Pidal pudo criticar el carlismo como buen conservador que fue. Porque se puede ser conservador, pero conservador de una revolución liberal que lleva a cabo un partido progresista; como le ocurre al PP actual, que ejerce como el partido "moderado" propio del juego interno del régimen liberal de 1978.
      Por otro lado, creo que en el acierto del Generalísimo Franco (providencial para España) de desarrollar económicamente España dejando de lado la política -si quiera en un plano teórico para conocimiento de la población-, pudo estar también el desacierto de entregar, justamente, el terreno político a la izquierda por parte de la "derecha" y pudo estar el origen de la falta de conocimiento de principios políticos y de su aplicación para solucionar problemas hoy, y también el origen de la actual confusión entre españoles con la dificultad para salir de este trance rechazando la política. Lo digo sólo como chispa inicial, pero que ha ayudado inevitablemente a llegar al presente.
      Señala Geppetto que estamos como a principios de 1934. Sí. Ya no es que estemos como en 1978; es 1934... y me planteo que sea como antes también, si es que los enemigos de España adoptan distintas caras pero responden a unos mismos parámetros.
      Ahora que, nada de entreguismo ni de dogmatismo. España no es un problema -a pesar de lo que dijeran muchos intelectuales españoles que se tenían así mismos como "regeneracionistas".

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    6. Perdón, es Pelayo, Menéndez Pelayo; no Menéndez Pidal.

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    7. Blas, muy interesante tu entrada apelando a un sistema de defensa política. Da pie a estudiar y pensar muchas cosas, aunque seguramente ya bulle la siguiente entrada.

      Sobre Menéndez Pelayo, incluso por anticarlista que fuera, escribió en "Historia de los heterodoxos" una comprensión de los objetivos de la tradición -los del carlismo-, respecto al motivo de la guerra civil como "instintiva reacción del sentimiento católico, brutalmente escarnecido (...)".

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    8. Las recientes declaraciones del Papa Francisco "nunca he sido de derechas", han dado lugar a un interesante artículo ayer del P.Ángel David Martín Rubio titulado "Yo tampoco soy de derechas", que toca esas etiquetas y la propia idea de "sistema" o peligro de una inestable búsqueda de un "centrismo" para superar obstáculos políticos que sugiero leer, y lo divido por su extensión:

      Yo tampoco soy de derechas
      En el fondo, la derecha es la aspiración a mantener una organización económica, aunque sea injusta, y la izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organización económica, aunque al subvertiría se arrastren muchas cosas buenas. Luego, esto se decora en unos y otros con una serie de consideraciones espirituales (José Antonio Primo de Rivera)
      Yo tampoco soy de derechas.
      1. En primer lugar porque aprendí, desde muy joven, de José Antonio que quienes se alistaron bajo las banderas de la izquierda o de la derecha tuvieron que someter el alma a una mutilación, renunciando a encontrar una visión entera y armoniosa que sólo se entiende mirando cara a cara, con el alma y los ojos abiertos (Cfr. Discurso de clausura del Segundo Consejo Nacional, Madrid, 17-noviembre-1935).
      Profundizando sobre la cuestión, Vicente Marrero ha recordado cómo la superación de las derechas y las izquierdas en la España de la pre-guerra no era una actitud exclusiva de la Falange ni, menos aún, equivalía a echarse en brazos de la izquierda (cfr. La Guerra española y el trust de cerebros, Madrid: Ediciones Punta Europa, 1961, pp. 260-266). Calvo Sotelo, algunos de los dirigentes de la CEDA, y pensadores como d’Ors y Maeztu coincidían con José Antonio Primo de Rivera en una idea que luego hizo suya el Movimiento Nacional que nunca fue de partido «porque no quiere una España partida, sino entera, unida y total. Por eso no es de izquierda ni de derecha, porque quiere que los dos lados de España colaboren en su resurgimiento, como en el vuelo del pájaro, las dos alas batiendo al unísono» (José María Pemán). Ideas semejantes se encuentran –por referirnos a otro ámbito de pensamiento- en Gustave Thibon:«Lo esencial es realizar una síntesis viable de los diversos elementos (libertad y autoridad, igualdad y jerarquía, etc.) englobados en las dos ideologías opuestas. Así, estas dos nociones, en la medida en que corresponden a un objeto real, se interpretan y se complementan en la unidad de vida» (Diagnósticos de Filosofía social; Madrid, 1958, pp. 19-22, 69).
      Ahora bien, como apunta acertadamente Marrero, el planteamiento es más fácil en la teoría que en la práctica; y a todas luces se ha visto cómo la pretendida superación de izquierdas y derechas puede encubrir, en realidad, una deriva en cualquiera de las direcciones citadas quedando relegada al terreno de la utopía. Y cita un ejemplo concreto: la utilización en la posguerra de la política de concordia promovida por la Falange para abrir una brecha en el espíritu y aún en el régimen nacido de la Victoria. El hecho de que no se lograra, o apenas se pretendiera, resolver en términos adecuados la cuestión, permitía a Marrero en 1961 pronosticar la caída del Estado de las Leyes Fundamentales «principalmente porque antes ha decidido suicidarse» (p. 268). El tiempo acabaría por darle la razón.
      Por eso resulta necesario replantear con rigor el problema para no reducirlo a la inestable búsqueda del centro (que excluye cualquier reacción extrema) o para evitar que la proclamada neutralidad lleve a deslizar ocultamente opciones cripto-liberales o cripto-socialistas. Y eso, más aún, en un contexto como el actual, en que derecha e izquierda sitúan su distinción únicamente en términos de lucha por el poder y gestión del mismo en torno a una noción compartida respecto de la política.

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    9. Segunda parte del artículo "Yo tampoco soy de derechas" aquí:

      2. Una segunda razón tardé más en comprenderla. Yo tampoco soy de derechas porque en el reparto de papeles que le asignó el parlamentarismo, la mentalidad derechista sufre una anomalía que la ha relegado necesariamente al fracaso. Desde sus orígenes históricos, derecha e izquierda política comparten los mismos principios y difieren en el grado de aplicación de los mismos. Y no es sólo que el contenido de ambas categorías políticas sea absolutamente mudable a lo largo del tiempo sino que el criterio de separación a partir del cual se efectúa la distinción se desplaza progresiva e irremediablemente hacia la izquierda.
      La que un ministro español llamaba hace poco posición histórica del Partido Popular ante el aborto, es un claro ejemplo de lo que decimos. El partido conservador español defiende en 2013 las posiciones en las que el Partido Socialista se situaba en 1985 y el paso por el Gobierno de Aznar y Rajoy ha contribuido de manera decisiva a consolidar la cosmovisión previamente codificada por el ala izquierdista del sistema. La vergüenza que produce a los partidarios de la derecha política declararse como tales tiene expresión paradigmática en el Partido Popular. El hecho de que puedan encontrarse en todo el mundo paralelos similares a la conducta que venimos describiendo (como el actual Gobierno de Chile, caso aducido por Claudio Alvarado Rojas) demuestra que no se trata de una táctica de los populares sino que es consecuencia haber aceptado el planteamiento del debate político sobre un terreno equivocado.
      La tesis que venimos exponiendo fue objeto de un desarrollo magistral por Francisco Canals en un artículo publicado en la revista Cristiandad (1-noviembre-1953; reproducido en Política española: presente, pasado y futuro, Barcelona, Acervo, 1977, pp. 15-20) que apenas nos limitamos a glosar, recomendando su lectura. Canals adopta aquí una perspectiva histórica que se complementa desde la más propiamente filosófica y teológica (cfr. pp. 30-69)
      Izquierda y derecha nacen en los Parlamentos inaugurados tras la Revolución Francesa y responden al modelo de sociedad que aquélla habría de imponer:
      La derecha vino a ser aquel sector político que, en el ambiente del constitucionalismo liberal, quería salvaguardar el orden y la autoridad, claro está que dentro de la ortodoxia del liberalismo. O, como se dijo en ocasiones célebres, era el partido de quienes querían “conciliar la libertad con el orden”[…] El orden y la libertad no son de suyo cosas incompatibles. Si tanto se hablaba de su conciliación era porque aquella libertad que se propugnaba era la del liberalismo, que siempre había sido y continuaría siendo siempre bandera revolucionaria; mientras que el orden que se trataba de defender era precisamente el nacido de la Revolución. Se comprende, pues, que la operación no dejase de tener sus dificultades (p. 15).
      Es lo mismo que permitió a Jaime Balmes definir al partido moderado como «el conservador de la Revolución». Y es que en la España isabelina, acabado el período de las Regencias, empezó a diseñarse el modelo que luego se repetiría a partir de 1876 y de 1978. Mientras la “derecha” se contentaba con asegurar el orden nuevo, evitando que la subversión misma, «en sus nuevas fases más radicalmente revolucionarias, pusiese en peligro las “preciosas conquistas” ya conseguidas», la “izquierda” se esforzaba por llevar la causa hasta sus últimas consecuencias.

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    10. Es cierto que esto difícilmente se podría tocar en tertulias de los medios, pero me parece oportuno, por eso lo he dejado aquí con tu benevolencia, a pesar de su extensión. Tercera y última parte aquí:

      No rehuye Canals el análisis de la situación a que condujo la actitud “conservadora” y que no se redujo a una continua deriva izquierdizante de sus propias posiciones sino que, en la medida en que arrastraba a sectores procedentes de las filas contrarrevolucionarias, vino a ocasionar la progresiva (y no menos irreversible) extinción de esta última doctrina y actitud, neutralizando así cualquier posibilidad de defensa o restauración perdurable del orden cristiano.
      Volviendo a los orígenes de la cuestión que aquí planteábamos, se pregunta Canals si la crítica planteada puede servir de excusa para aceptar una equidistante neutralidad entre la derecha y la izquierda y responder categóricamente que «de ningún modo».
      Creemos que conviene precisamente denunciar en el “conservadurismo” su inversión de valores y su fidelidad a los principios revolucionarios. Pero si alguien entiende por “derechismo” el auténtico espíritu de defensa del orden cristiano contra la Revolución anticristiana –y así lo entienden muchos que al atacar a la derecha defienden en el fondo el espíritu revolucionario–, entonces creo que no habría que hacer otra cosa sino proclamarse “ultraderechista”. Pero esto es precisamente a lo que la “derecha”, conservadora de la Revolución, no se atreverá jamás (p. 20).
      Como no se ha atrevido (ni, muy probablemente, podría hacerlo) el responsable de unas opiniones que han motivado la reflexión que hemos compartido con nuestros amables lectores y que tienen aplicación cabal más allá del terreno histórico y político.
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  2. Sinceramente lo primero que hay que hacer es salvar a España de sus políticos, de sus gobernantes , devolver a España la unidad, destruir el separatismo, cambiar los sindicatos...en fin hacer una España nueva, democrática y seria.
    Mientras tengamos este sistema político que es el crearon los golfos que han destruido España no hay nada que hacer, no se puede regenerar nada con este sistema corrupto y ramplon.
    Millones de firmas que terminaron el la basura confirman lo que digo, los políticos utilizan la democracia como excusa para sus chanchullos.
    Los politicos han cegado los caminos democráticos, los españoles no pintan un rabano en España , se contentan con ser engañados cada 4 años y mentidos a diario.
    Sinceramente esta Constitución no tiene salida y lo peor es que la situación que se ha creado en España tampoco, tarde o temprano los separatistas conseguirán sus propósitos y como una Nación tan antigua como España no se va al tacho así como así, correrá la sangre .
    El desastre español es fruto de su Constitución y sus políticos, sin cambiar radicalmente ambas miserias nada se podra hacer de provecho y para cambiarlas es imprescindible pegar un meneo donde se debe dar,pero no parece que ese sea el camino por el que andamos.
    Tanto el PP como el Psoe y UPD desean hacer una España federal, que naturalmente sera republicana porque ya me contaran Vds que pito toca una Monarquía de una Nación federal, es la nueva forma de institucionalizar la fractura de la Patria creando nuevas naciones a las que después hay que federar, una majadería como un trolebus, si los nacionalistas ya son secesionistas teniendo una España unida aunque putrefacta imaginen si de entrada les dicen que son una Nación y que deben federarse... que malditos estúpidos son los políticos de este país, que son capaces de destruir el chollo del que viven con tal de que no bajen sus prebendas.
    Son un virus que destruye el cuerpo en el que habitan y del viven.
    En este momento ni hay redes, ni hay barca, ni hay patrón que pueda dirigirla , ni hay pescado ni hay marineros.Solo hay ruina, avaricia y canalleria.
    Y es por eso que vamos a donde vamos
    Mi análisis no puede ser mas desagradable...ni tampoco mas real.
    http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/

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  3. http://www.youtube.com/watch?v=B6xd3OPD8Y4

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  4. ESE ANONINIMO 19 s 11.30 horas enturbia este blog. DON BLAS ¡ELIMÍNELO! PUTO COMUNISTA DE MIERDA

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  5. Pues a por la Catársis, entonces.

    La pregunta ¿cuándo empezamos? ya está respondida, porque hace ya meses que en este blog se van planteando puntos de esa alternativa seria.

    La pregunta ¿Qué hacer y cómo? en parte está respondida...se van planteando muchas cosas buenas y se llega a la gente. En parte. La parte no respondida implica ordenar las ideas y propuestas y transformarlas en actividades concretas.

    A quienes se ocupan profesionalmente de neutralizar de raiz cualquier alternativa les interesará que ésto no cuaje, o que cuaje en un "micropartido" que termina formando parte del sistema vigente. Son profesionales y "se las saben todas"....pero por encima de "el que paga" está España...y les invito a considerarlo...a apuntar contra sus enemigos y no contra sus amigos.

    ¿Cuándo quedamos, pues? De momento aquí, en este blog, cuando queramos.

    Un cordial saludo.

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