Claro que llegan datos positivos, pero sobretodo son deseos más que realidades. Y es cierto que es difícil que las cosas sigan empeorando, pero se venden ilusiones porque se acercan varias elecciones. Y es verdad que los inversores extranjeros han empezado a traer dinero a España, pero el optimismo se basa más que nada en una consigna del poder...
Claro que quiero que España salga de la crisis. Y el mundo entero. Pero no así. Porque será una salida pasajera, interesada, puesto que no se han abordado nuestros graves problemas de fondo. El sistema político, el entramado institucional, las oligarquías empresariales o financieras y sus terminales en los partidos siguen viviendo de una estructura basada en esquilmar a los ciudadanos, dificultando la libertad e impidiendo así la prosperidad que de ella dimana.
Claro que quiero que salgamos de la crisis. Pero no así. No conviene que salgamos así, porque caeremos aún más bajo la próxima vez. Nuestras grandes dificultades como nación no son solo las cifras del paro, el abultado déficit, la gigantesca deuda...Esos son, sin duda, gravísimos problemas, pero nacen de otros peores. Y nuestro Gobierno ha decidido no abordarlos, por cuanto hacerlo supone erradicar el chiringuito del sistema.
Porque siguen sin abordarse las causas más profundas de todos nuestros males: sistema educativo desastroso en todas sus fases, ausencia de valores y principios en una sociedad desnortada, liderazgos de la mediocridad, corrupción generalizada, medios de comunicación serviles y esa justicia dependiente del poder.
Es fácil caer en la cuenta de que todo esto no se aborda precisamente porque son los pilares básicos que sostienen al régimen. Por ejemplo, ¿han notado cómo la corrupción, en las últimas encuestas, ha ido dejando de ser una de las primeras preocupaciones de los españoles? Es que hay una consigna. El pacto de Estado. Alguien dice, por ahí arriba: Tapemos un poco nuestras corrupciones. Si mejora algo la economía, esto nos puede durar mucho aún.
No. Así no conviene salir de la crisis.
No conviene salir de la crisis así porque no será una auténtica salida de la crisis; es decir, nos habrán engañado.
ResponderEliminarNaturalmente, no conviene que nos engañen. ¡Que no nos engañen!
Pero si en las encuestas parece que la corrupción ha ido dejando de preocupar, eso significa que los españoles continúan engañados.
Parece difícil salir de esa espiral como no se llame a las cosas por su nombre.
Según otras encuestas, como ésta del CIS, la valoración del Sistema por los españoles sigue hundida, el hartazgo es completo:
Eliminarhttp://www.cis.es/cis/opencms/ES/11_barometros/Indicadores_PI/documentos/serGobOpo.html
Pero esto me hace pensar que el hartazgo de los españoles es de boquilla y me hace pensar en las tragaderas de los españoles.
No estamos saliendo de ninguna crisis
ResponderEliminarSolamente hemos regalado España al poder mas fuerte de Europa, que nos ha comprado por cuatro perras.
Nuestra economía, nuestro derecho, nuestras leyes, nuestra soberania y nuestro trasero esta en poder del mas fuerte, que lo usara cuando y como le convenga, de hecho ya lo esta haciendo y encima el Gobierno da palmas de buleria
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/
Por supuesto, de acuerdo contigo. Por eso decía de llamar a las cosas por su nombre.
ResponderEliminarEstamos vendidos, nuestra soberanía, todo. Sin sentido de lo que valen las cosas, ni sentido de la Patria, ni de la historia, ni de lo importante. Da igual, cuando llegue el momento pensaremos, ¿a quién votamos?. Hasta entonces,a ver si sale un líder que saque escaños; y si no, votaré al que más me apetece dentro de lo que hay, que es lo que me dicen los medios dirigidos por los partidos parlamentarios. Vale.
Así no es extraño que engañen a los españoles con cálculos, conjeturas, encuestas y consideraciones una vez tras otra. Sólo saben decir fingiendo responsabilidad, ¿a quién votamos?. Como cuando llegan a la heladería y no queda el sabor ideal que más les gusta y eligen el segundo que más les apetece. Si no hay de limón, de turrón. Ese es el juego de las sensaciones y sentimientos de la mayoría -que siempre tiene razón y se impone de forma totalitaria. Ese que registran las encuestas que utilizan para dirigir a la opinión pública.
Ni así, ni asá.