lunes, 9 de diciembre de 2013

La nefasta política de máximos y de resultados nulos


¿Qué es la política? Se ha dicho que es el arte de lo posible. O el de ceder. O el de crear problemas para vender soluciones. Realmente la política es un servicio a la comunidad: algo muy serio. Es una de las tareas más difíciles y suele convertirse en todo lo contrario de lo que debiera ser. El poder es una gran tentación y el ser humano tiende al mal sin aparente remedio.  Por eso, la política debe ser una tarea controlada. El principal problema de las sociedades actuales que se dicen democráticas es que se han organizado unas estructuras complejas donde los poderosos escapan a los mecanismos de control. Como dijo Ortega Lara: no tenemos unas instituciones para servir al pueblo sino que los políticos han tomado el control de las instituciones para servirse del pueblo. En estas circunstancias, con la nación en peligro, conviene entender que la prioridad es proteger el esqueleto de nuestra libertad, el paraguas que nos cobija de la tormenta que amenaza con llevarse todo por delante.

Aún así, cuando se dan las circunstancias para activar una potente corriente renovadora cuyo principal argumento sea España, surgen grupos al calor de la tentación del éxito dejándose llevar por la torpeza de plantear exigencias y reivindicar principios máximos en un momento en que ni siquiera puede defenderse lo más básico, esto es,  la misma posibilidad de defenderlos, es decir, el ejercicio de la libertad política en unas instituciones al servicio de la nación, de los ciudadanos. Es decir, algunos se confunden y creen que es el momento de hacer política cuando es el momento de lograr una transformación de las estructuras políticas para poder ejercerla.

No imagino allá por el siglo VIII a don Pelayo discutiendo con sus colegas sobre la futura política económica en la cueva de Covadonga, ni a Blas de Lezo elucubrando sobre la historia avanzando los ingleses o ya a punto de quedarse con el Imperio en el XVIII, ni a Daoíz y Velarde allá por los comienzos del XIX planteando la reforma agraria mientras los franceses arrasaban el país…

Pero vemos aún hoy y a estas alturas numerosos grupos -que al poco quedan frustrados- plantear sus legítimos principios máximos que acaban obteniendo resultados nulos y frustrando esperanzas. Y volvemos al principio del artículo: la política es un servicio y es una grave responsabilidad. Es decir: hay que tener resultados. Y si no, es mejor dedicarse a otra cosa. ¿Y qué resultados son aceptables? , preguntarán algunos… Pues los que poco a poco nos acerquen a los ideales. Porque las sociedades no se transforman de la noche a la mañana. Menos aún las sociedades arrasadas en todos los ámbitos, como la nuestra. Son procesos de cambio muy lentos –más allá de una sola generación- que exigen insistente pedagogía, estudiar el pasado y las causas de la situación, mucha comprensión, generosidad y suma, ejemplo, testimonio, virtud.


Aún así, al punto, ya surgen los que no quieren entender, los que no quieren sumar. Viven en un mundo que no les escucha, pero ellos tampoco quieren escuchar al mundo al que luego hablan. Necesitamos esperanza y creer que el cambio es posible, aún sea pasito a pasito. ¿Es que no les importan sus nulos resultados? ¿Es que no quieren al menos avanzar poco a poco? Debemos entender la urgencia del momento y la responsabilidad que tenemos, aunque cada vez resulte más sospechoso que haya tantos dispuestos a no comprenderlo: esos son los tiranos de las políticas de máximos y de resultados nulos. 

4 comentarios:

  1. Gran artículo que suscribo por completo, pero como cambiar las cosas con tanto fariseo traidor en la política, incluyendo una banda de "periodistas" inútiles que solo obedecen la voz de su amo. Así secuestran voluntades para que les vuelvan a votar y así ellos, continuar destruyendo mientras quede algo.

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  2. Inteligente y veraz observación, D. Blas, a la que solo añadiré que esa actitud que Vd. denuncia, tiene su oigen en el desencanto y la frustración de quienes así se comportan que hartos de ser engañados, se encastillan en sus posiciones diciendo aquello de "o rex o no res"; es una actitud de defensa a la desesperada, tan honesta como estúpida que esperemos desaparezca, aunque para ello, me temo que habrá que brindarles a esas personas un proyecto con posibilidades de victoria, aunque sea a largo plazo que haga renacer enm ellos la ilusión y la esperanza.

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  3. La politica en España, desde siempre, ha sido el vivir del projimo diciendo que se vive para el projimo.
    Estoy a favor de pedir el máximo para después conseguir algo, si se pide el mínimo no se consigue nada.
    Una anécdota aleccionadora:
    Gil y Gil queria construir una torre de 21 plantas en una zona en la que de ninguna manera podia, para conseguirlo le dijo a la gente en publico que pretendia levantar una torre de 35 pisos, se armo el consiguiente follón y al cabo de un tiempo prudencial, Gil dejo caer semejante historia- He reflexionado y tars comprobar que el sabio pueblo Marbelli no desea una torre de 35 pisos rectifico y atendiendo a sus ruegos la haré de 21.
    Ovación general y vuelta al ruedo.
    Esa es la politica española y esos los tontos españoles.
    Vamos, si o si a una república federal o confederal y para ablandar a los españoles los políticos cuentan con MAS, el Bizco y sus estupideces, dirán que para contrarrestarlos que mejor que una federación y los españoles les darán oreja y vuelta al ruedo
    Eso si, tras la ovacion comprobaran que se han quedado sin España.
    Hay que ir a por todas

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  4. Ves como yo tengo razon
    Mas y el bizco van a por todas y mucho me temo que consigan destruir España

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