martes, 23 de octubre de 2012

Reflexión sobre la envidia y el sectarismo españoles...


Llegó a decir Fernando el Católico que “quien supiera dirigir bien a los españoles, lograría cosas grandes con ellos.” Aunque esta frase sea cierta –España ha logrado grandes cosas- realmente hoy se nos hace imposible, tanto por los dirigentes como por los dirigidos. Pero hoy quiero ser optimista, por cuanto los tópicos sobre los españoles a veces nos hunden del todo. Es cierto además, que algunos son falsos, como el que asegura que trabajamos poco. Pero también es verdad que otros nos describen: en España destaca la envidia y el sectarismo apasionado en mucha gente, lo cual es fuente de muchos males. Hablemos de ello, no con intento de ennegrecer aún más el momento presente; al contrario, para curarnos de las causas de muchas de nuestras desgracias.

Un ejemplo de esto, lo contaba un párroco de unos cuantos pueblos asturianos: “aquí todos quieren su tractor, siempre mejor que el del vecino, aunque solo lo usen dos días al año; ellos con su tractor; eso sí, arruinados. No intentes ponerles de acuerdo para comprar entre todos uno y que lo usen por turnos.” Y cuando fui a Suecia a visitar a una de mis hermanas que allí vivió, contaba que en su comunidad de apartamentos había una lavadora para cada serie de viviendas, porque se amortizaba mejor, pues cada uno, realmente, sólo las usa unas pocas horas a la semana.

¿Es cierto que en España somos envidiosos y sectarios, hasta el punto de imposibilitar que juntos hagamos grandes cosas?

Definamos qué es la envidia y qué es ser sectario –con ayuda de la RAE-: la envidia es la tristeza o el pesar del bien ajeno y el deseo de lo que no se posee. El sectario es el que profesa y sigue una secta; el secuaz, fanático e intransigente, de un partido o de una idea.

Estoy convencido de que sí, que aquí abunda esta forma de ser y proceder.  ¿Cómo combatir estos males?

Dejemos de ver como vigas las pajas ajenas; intentemos comprender los motivos del otro: cada persona es un mundo y tiene sus motivos; liberémonos de etiquetas que clasifican y delimitan, cuando realmente somos infinitos; pensemos las cosas dos veces antes de decirlas, poniendo en la balanza el resultado del comentario, para saber si lo que queremos decir construye o destruye…

Decía la Beata Teresa de Calcuta que “quien juzga a los hombres no tiene tiempo para amarlos.” España necesita menos lecciones y más cariño; más acercarse a la gente y comprender sus motivos. Necesita menos críticas ácidas y más propuestas ilusionantes. Necesita más cultura, más sabiduría: porque cuando la ignorancia predomina la envidia y el sectarismo se asientan y crecen como un tumor maligno. La envidia nace de la inseguridad y del complejo; el sectarismo es hermano de la envidia: porque se agrupan en sectas los que no tienen personalidad, ni principios, ni cultura suficiente para mantenerse libres. Los partidos políticos tienen gran culpa de esto, porque al no ser democráticos en su funcionamiento, premian el comportamiento acrítico del sectario. Cuando me preguntan por qué si me gusta la política no me dedico a ella, respondo que no me gustan las sectas donde los puñales de la envidia te amenazan y donde sólo se prospera cuando vendes tu libertad por un puesto.

Del mundo comercial he aprendido que el tiempo cura conflictos y que el que ayer te criticaba puede necesitar hoy tu ayuda; he aprendido que servir al pequeño como al grande te traerá enormes alegrías cuando al que nadie atendía por insignificante de pronto progresa y triunfa; que contestar con amabilidad y educación es el mejor paso para firmar un negocio floreciente; que en el mundo de los negocios no hay prejuicios, ni odio, ni sectarismo, ni ideología cuando se necesitan solucionar problemas; que las personas normalmente ponen lo mejor de sí cuando la compensación es justa para todos. Hay muchas iniciativas buenas, con defectos, por supuesto, que merecen apoyo, no el continuo desprestigio y la crítica de quienes siempre se creen más perfectos.

Me decía un amigo catalán, que en España todo podemos explicarlo por los ochocientos años de la Reconquista. No le falta razón. A pesar de las luchas intestinas, del odio y de la envidia, de la ambición de poder, al final los españoles vencieron al enemigo porque lucharon juntos por fines más elevados. ¿Seremos capaces, como sociedad, de unirnos por fines más altos? Primero hay que buscar los fines en una revolución cultural que empieza por cada persona. Mucha suerte.

6 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Con el análisis y con la medicina. Ojalá ésto que has escrito lo leyesen más personas...y sobre todo, que lo llevasen a la práctica.

    Otro gallo nos cantaría....

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  2. La reflexión a quienes debería aplicarse a es a los politicos que son los que envenenan a la sociedad.
    El español bien dirigido es una maravilla.
    Me despido de este Blog hasta que se me pase el cabreo que me produce el tener que reproducir cada vez que quiero insertar una respuesta letreritos estúpidos que me ocupan tiempo, ganas y me quitan buen humor.

    http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es

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    1. Disculpa amigo Geppetto. Miraré como puedo solucionar eso, la verdad es bastante molesto, sin duda.
      Entiendo poco de ordenadores y programas, pero prometo solucionarlo.
      Espero no deje de comentar por aquí, me consta que a muchos de los lectores del blog les gusta leerlo por los matices de sus comentarios, llenos de sentido común e inteligencia.

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    2. Esta bien, esperare a ver si desaparecen
      Son un engorro importante
      Saludos

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  3. Tampoco es para ponerse así, amigo Geppetto.

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