jueves, 31 de enero de 2013

Lecciones desde Dublín: de una convención de ventas al origen de la Irlanda católica

En las convenciones de ventas de mi Compañía nos reunimos varios centenares de personas. Se habla de objetivos, de nuevos productos, de estrategias para vender más y de los cambios en la organización. Es aburrido, pero importante. Y además, tenemos la suerte de que suele quedar tiempo para conocer algo del lugar en el que se celebra la reunión. Para salir del hotel a tomar el aire, me había apuntado a una excursión para conocer el llamado “Jardín de Irlanda”, unas montañas preciosas plagadas de bosques al sur de Dublín, donde el agua cae del cielo cada rato y surge incesantemente de las rocas, formando arroyos alegres y lagos movidos por el viento que asemejan pequeños mares.

Cuánta la sorpresa y la emoción del que sale de reuniones donde se habla de innovaciones en el mundo de la biotecnología al encontrarse, durante la excursión, con unas ruinas de lo que fue el primer monasterio cristiano de Irlanda situado en Glendalough (La Tierra de los dos Lagos en gaélico). El monasterio fue fundado en el siglo VI por Saint Kevin, un joven de origen noble que quiso retirarse del mundo a un bello lugar, para acercarse a Dios a través de la compañía de esa naturaleza que también ha sido redimida por Cristo. Pronto se le sumaron numerosos jóvenes de su tiempo. Saint Kevin murió en el 618 dejando un monasterio dedicado a la contemplación, a la naturaleza y a la cultura. Por eso la Irlanda que no interesó a los romanos, pronto fue conocida como la isla de los monjes y de los estudiantes. El cristianismo había llegado a la isla gracias a Saint Patrick en el año 432. Una invasión de los Vikingos en el 795 y posteriores de los normandos acabaron dejando el monasterio en ruinas. En torno a la tumba de Saint Kevin, hoy contemplamos un pequeño cementerio, que recuerda a la costumbre cristiana como en Santiago, como en San Pedro del Vaticano, de enterrar a los difuntos alrededor del santo al que tanta devoción tiene todo el pueblo.

De vuelta al hotel -como si de un viaje en el tiempo se tratara-, la guía de la excursión nos decía que aunque la fiesta de Saint Kevin -3 de junio- ya no era oficial, la gente seguía llamando Kevin a los muchos niños, y que Irlanda estaba unida para superar ésta crisis de la que, ellos sí, ya estaban saliendo. Se quejaba de que tenían un 14% de paro, de las intervenciones de la troika y de que durante varios años tendrían que trabajar duro. Pero el país cuenta con multinacionales del sector tecnológico y farmacéutico que han encontrado a una sociedad fuerte, bien formada y acostumbrada al trabajo duro. Lecciones todas ellas imprescindibles para España… ¿Empezaremos a llamar Santiago a muchos niños españoles?
Un abrazo desde Irlanda, una tierra impresionante.

Más información de éste lugar maravilloso:

domingo, 27 de enero de 2013

Una novela histórica sobre un héroe nacional desconocido y maltratado

Atribuyen a Fernando el Católico aquello de “quien logre unir a los españoles conseguirá grandes cosas con ellos.” También se decía del Cid “qué buen vasallo si hubiera buen señor.” Y José Antonio, después de recorrer pequeños pueblos de España llegó a aplicar a todos los ciudadanos lo que se decía de Don Rodrigo Díaz de Vivar…

Y es que a veces –demasiadas- ha habido españoles que han logrado grandes hazañas a pesar de sus líderes. Es el caso de Don Blas de Lezo, Almirante vasco que, 150 años después del Desastre de la Gran Armada, logró batir a un enemigo inglés diez veces superior. Era el año de 1741. Los ingleses habían armado una flota de casi 30.000 hombres para intentar conquistar la posición de Cartagena de Indias, llave de América del Sur. Don Blas de Lezo contaba con apenas 2800 hombres, algunos barcos y las defensas de la ciudad.

Fue una durísima guerra en la que sólo su ingenio y –como llegó a reconocer el Almirante en sus diarios de la batalla- “la misericordia de Dios”, permitieron la victoria, a pesar de los enfrentamientos que por soberbia, mantuvo el Virrey de Nueva Granada, Sebastián de Eslava, con Don Blas, hasta tal punto que el Virrey llegó a denunciar ante Felipe V al Almirante, que se libró de un injusto proceso porque murió agotado, triste y arruinado –la Corona llevaba tiempo sin pagarle- el 7 de septiembre de aquel mismo año.

Hasta hace bien poco el héroe del Caribe conocido como medio hombre porque era cojo, manco y tuerto, era un personaje desconocido sin apenas una calle en las ciudades de España. Es más conocido en Cartagena de Indias, donde le llamaban hombre y medio, porque nunca perdió ninguna batalla y los ingleses le temían… Blas de Lezo es una de esas figuras que anima a darlo todo por España a pesar de las constantes traiciones de los dirigentes y que por eso debe ser estudiado como ejemplo de generosidad y amor a la nación. Porque España es mucho más que sus mediocres gobernantes y España se entiende mejor en esos sencillos y desconocidos personajes que hicieron grande a la patria.

Hoy he terminado El Héroe del Caribe, (Libros Libres, 2012) una novela histórica de Pérez-Foncea, escritor vasco patriota, que ha construido una trama bien documentada cuyo epicentro es la gran batalla que duró casi dos meses en la primavera de 1741 y que permitió a España mantener 60 años más nuestro Imperio cuando nuestra decadencia era irreversible. Os la recomiendo porque os animará a comprender que cada uno de nosotros también tenemos que hacer algo por España, cuando España hoy está a punto de desaparecer por los enemigos peores, que son siempre los de dentro… Porque como se dice en la página 230 de la novela: “Qué cierto es que el peor enemigo no es el exterior, sino el interior; la desunión entre los que deben trabajar unidos en torno a un mismo ideal.”



sábado, 19 de enero de 2013

En España, ¿qué fue primero, la política o la corrupción?

Nunca se borrará de mi memoria el privilegio que tuve de conversar con Don Ricardo de la Cierva, a raíz de la publicación de mi novela, La Tesis Prohibida, en cuyo crimen inicial el sabio estaba muy interesado. Charlando sobre diversos sucesos inquietantes de nuestra historia reciente, Don Ricardo no dejaba de mencionar a la Masonería –asunto en el que es un experto mundial-. Llegó un punto en que, comentando el escándalo de BANESTO y Mario Conde, me  ilustró sobre las elevadísimas cuotas que deben pagar los miembros de la secta a cambio de pertenecer a ella para medrar e influir…

Los pesimistas sobre la condición humana ya han concluido que la política siempre lleva a la corrupción. No es cierto y, por eso, la pregunta del título no es absurda. Al contrario. Ha habido muchos políticos, reyes y gobernantes que han ejercido su vocación de servicio público de una forma ejemplar. ¿Entonces?

Llevo tiempo dándole vueltas a las causas de la terrible corrupción política que, por el camino del desprestigio de todo eso que llamamos casta –parasitaria, política, sindical, empresarial- nos condice a un agotamiento y a unos odios muy peligrosos. Pero, ¿qué pasa que la corrupción ha llegado a todos los niveles? ¿Qué se ha hecho mal? No tiene sentido denunciar la corrupción sin abordar las causas por las que ésta se ha convertido en la norma y no en la anécdota.

Son varias las causas que han facilitado la situación que padecemos:
La educación de bajísimo nivel; la pérdida de valores; la descristianización; una sociedad, en fin, sin moral. El clima de intereses creados, que ha generado el único consenso real entre las fuerzas políticas: silenciar todo lo que se pueda la corrupción. La opacidad del sistema de financiación de partidos. Es evidente que todo ello facilita que un político llegue a corrupto.
Pero yendo más al fondo del asunto, para mí el sistema está diseñado para la corrupción:

Las Autonomías: que han permitido generar mini Estados con todos sus organismos de control, facilitando una casta muy poderosa a la que nadie puede controlar.

Los partidos políticos: estructuras organizadas para sus propios intereses en las que se medra por obediencia a los jefes y no por decencia ni capacidad intelectual o de trabajo. Los partidos, tal y como funcionan hoy en día, son los máximos responsables de la degeneración de la política como servicio público en una actividad denostada por haberse convertido en la  mejor manera de enriquecerse sin esfuerzo.

La Ley Electoral: muy relacionada con la anterior causa ya que, al no facilitar la representación de los ciudadanos, se convierte en una estafa previa en la que, quien elige de verdad a los representantes, son las cúpulas de cada partido corrompido. Así los políticos nunca se deberán a sus votantes sino a sus partidos.

La Justicia: que al haber sido politizada –y haberse dejado politizar- crea un clima de impunidad que fomenta la corrupción. Porque los organismos de control de los jueces y los altos tribunales, también se deben a los partidos.

Así, volvemos al principio: ¿por qué en esas ilusiones democráticas de los setenta –unas ingenuas, otras pervertidas- nos colaron un sistema para la corrupción? Porque había que pagar bien a las marionetas sin principios que, so promesa de riqueza, facilitaron una serie de gobiernos que sucesivamente han destrozado la gran nación que siempre fue España. Si no nos damos cuenta de que la corrupción es previa al sistema –es decir, primero la corrupción y luego la política al menos en España-, estaremos de acuerdo con gente como Felipe González –ejemplo de máxima corrupción- que, comentando el escándalo de Bárcenas, ha declarado: “el sistema no es malo.” ¿Qué va a decir quien se ha hecho multimillonario gracias a un sistema que al resto de los españoles nos ha arruinado en todos los sentidos?

sábado, 12 de enero de 2013

Cuando la trampa es volver a su consenso de la Transición

Uno de los mayores peligros de la crisis es que salgamos de ella sin haber aprendido la lección, sin haber hecho las reformas de todo lo que funcionó mal desde el principio, desde la Jefatura del Estado hasta el concejal de cualquier aldea. No nos engañemos: España es un paraíso para los corruptos, porque la Justicia –perdón por llamarla así- está controlada por los mismos poderosos que han hecho de ésta vieja y gran nación un paraíso para la estafa.

Y no repetiremos aquí el tópico que hemos llegado aquí porque tenemos lo que nos merecemos. Nadie lo merece. Al contrario. Porque eso hubiera sido así si hubiera habido libertad. Pero ya hemos demostrado muchas veces que los cabecillas que controlaban el Régimen de Franco en los setenta prepararon el terreno para seguir dominando las estructuras de poder del nuevo Régimen, bajo la cantinela de que ellos habían traído la democracia.

Y ese es nuestro mayor peligro: que un Rey en sus horas más bajas y con los peores amigos; que un dícese periodista que intentó ser Ministro de Cultura cuando el autogolpe del 81; que un censor franquista desde un poderoso grupo de comunicación; que un amigo de los nacionalistas; que un anti Juez que revisa tiempos pasados mientras defiende tiranías presentes; que una agrupación por la anticultura siempre subvencionada se manifieste con la ETA; que un ladrón presidente de una multinacional española que coloca a conocidos corruptos; que un par de ex presidentes multimillonarios que pontifican por el mundo;  que todos los apoyos mediáticos de la ya conocida como casta parasitaria responsable de la situación actual –casta sindical, empresarial, política y mediática- nos intenten vender la moto de que hay que volver a los consensos –más bien apaños- de la Transición. Porque eso significa mantener la raíz del problema: la falta de libertad, el socialismo radical para los ciudadanos sometidos mientras los poderosos disfrutan de un capitalismo de amigotes.

Ya no dan para más: esa generación que desfiló el otro día por La 1 –la quinta de Juan Carlos-  no puede presumir ya por un momento más –sin hacer el ridículo- de haber traído una democracia: –“ése modelo de Estado que nos dimos los españoles”- que es una ruina, un fracaso, un muro por donde la libertad no puede entrar y la garantía de la disgregación de la Patria. Ni siquiera son capaces de cumplir ésa Constitución cuyo desprestigio viene de quienes dicen defenderla, de la misma manera que pervierten la democracia diciendo que éste sistema repugnante, injusto, socialista y antinacional es un sistema democrático, un Estado de Derecho garante de las libertades. No valen ya sus batallitas inventadas. Nosotros somos otras generaciones que queremos una España mejor y fuerte, donde no sea un privilegio atacar la unidad de la Nación y donde no pagar una multa de tráfico sea un delito peor que los miles de millones estafados por los líderes de CiU o de cualquier partido… Pero nos volverán a engañar. Tienen mucho poder. El Club Siglo XXI ha organizado una serie de conferencias para hacer balance de una Transición que ha sido “tan positiva”, dicen. Pues si ya concluyen que ha sido positiva sin dar posibilidad a la autocrítica, ¿para qué perder el tiempo haciendo balance? Si a los ojos de todos está el desastre…

¿Por qué tan pocos periodistas se han atrevido a cuestionar todos estos puntos? Y ¿por qué los que lo hacen, lo han hecho después de haber llegado a éste estado de las cosas? Amigos, esto da para otro tema: es cosa de logias…Pero tomen nota: desconfíen de quienes les digan que hay que volver al consenso, “a la alta política de la Transición” (Juan Carlos I en Navidad), de los que como Bono y Zaplana –querían forrarse con la política y lo han logrado, Dios los cría…-  hoy montan una Fundación por la Constitución, de quienes dijeron tantas veces que las Autonomías eran garantía de progreso –las mismas garantías que tus ahorros en acciones de Bankia-… No se fíen. Tampoco de los dicen que defienden ahora lo público sólo porque no gobierna su secta. Algunos, de lo público, han hecho el mejor negocio privado de su vida. La solución está en cada uno: no se traguen las mentiras del consenso,  luchen por la verdad porque entonces la libertad se dará por añadidura. Toca la batalla de las ideas.

sábado, 5 de enero de 2013

El Rey está satisfecho, pero la Casa necesita un 23F…

El Rey Juan Carlos tiene la suerte –mejor dicho, la habilidad- de cumplir 75 años de vida sin que los españoles sepan realmente quién es. A esta ventaja, se suma el hecho de que otros tantos –sobre todo los que aún le apoyan- no quieren ni saberlo.

Es una ironía del destino que el personaje naciera justo en uno de los momentos más dramáticos de nuestra historia para ser el que nos llevara sin frenos hacia otro muy parecido. Todavía ayer alguno me decía en Twitter –cuando criticaba la ridícula entrevista de anoche en La 1, tan ridícula como el último mensaje de Navidad- que el Rey es símbolo de la Unidad Nacional… Con afirmaciones así, que son consignas aprendidas de la eterna auto justificación del personaje –el mejor embajador, salvador de la democracia el 23F- ¿qué podemos esperar de una sociedad que en el fondo, si aceptó al Rey, fue porque lo nombró Franco como garantía de cierto orden? ¿Acaso la Transición no la hicieron algunos franquistas teledirigidos por poderes ajenos al interés de la Nación a cambio de mantener privilegios para ciertas élites?

En fin. Pero el Rey está satisfecho, dice. Y lo afirma sonriente, con dosis de ese sentimentalismo que tanto anima a la sociedad fracasada, ignorante de las causas de sus dramas. Y realmente esa contundente afirmación –“estoy satisfecho de la España abierta y democrática que tenemos”- en el fondo es sólo la muestra del irresponsable, del multimillonario cuya una preocupación es si podrá volver a las andadas, siempre con cada vez más medicamentos y peores amistades… ¿Acaso no sufre España una crisis institucional, política, moral y económica que puede llevarnos a la tragedia? ¿Acaso España no está más dividida por las sucesivas traiciones de una casta política de la que su Majestad ha querido ser su más eficiente capo?

¿Cuándo vais a despertar, españoles juancarlistas, para daros un baño de realidad? ¿No os dais cuenta de que ser juancarlista es la peor traición la Monarquía española? Y mientras aduláis al sujeto con esos tópicos baratos, no percibís que la izquierda española prepara con eficacia una República cuyo modelo es la Segunda, y nunca la auténtica República moderna que nunca se ha probada en España –eso sí sería una democracia-, tipo USA o Francia –y mejor, si es posible-, donde los partidos se pueden controlar con cierta democracia interna y los políticos representan ciudadanos a los que se deben y no a las cúpulas de los partidos que les nombran.

Porque afirmar, tal y como está España, que el reinado de Juan Carlos tiene balance positivo, no sólo es una mentira, sino la típica traición de los que siempre vivieron del poder y para ello renunciaron hasta el verdadero amor por la Patria. Despierten: éste Rey ya no cuela, aunque ésta sociedad siempre estará preparada para que los poderosos de turno –ya nerviosos en las logias al ver que España está mucho peor que en 1975, con todo lo que han tenido que mentir- organicen cualquier golpe legitimador para que el Rey se despida contento y Felipe entre como debe llegar un Borbón a España. Ya ha dicho el Príncipe que “Cataluña no es un problema.” Y Urdangarín volvió a casa por Navidad. Y ayer Alierta contrató a Rato en otro servicio al Régimen. Porque la Justicia es igual para todos. Pero se refería para todos ellos. Para el resto –nosotros- es implacable. En cualquier caso, felicidades Majestad, al menos por su cumple y por haber entrado en la lista Forbes.