viernes, 17 de octubre de 2014

Retos urgentes para una nueva derecha

Publicado en el número 187 de Razón Española, septiembre-octubre 2014.



Ya en 1984 Gonzalo Fernández de la Mora alertaba en conferencias y libros sobre el poder omnímodo de la partitocracia y sus desastrosas consecuencias. Hoy, treinta años después, han aumentado las traiciones, los errores y las corrupciones y los males que padecíamos se han elevado al cubo. El sistema colapsa y si no resurge con fuerza una derecha moderna, democrática, nacional y sin complejos, ocurrirá como ha dicho Pío Moa recientemente: el poder político quedará repartido entre una izquierda asilvestrada y un PP claudicante. Aquí vamos a señalar los retos que deben guiar a una nueva derecha en este difícil camino que conviene recorrer urgentemente:

La denuncia de la corrupción y la urgencia de la renovación institucional

De forma inmediata, cualquier persona que quiera defender los principios que normalmente se han venido considerando que eran la base ideológica de la derecha, debe separarse cuanto antes del ámbito de influencia del PP, principal responsable de aniquilar cualquier esperanza para una nueva derecha. También, por un motivo práctico y de higiene, hay que separarse de un PP corrompido en todos los sentidos, para evitar la sospecha de tantos que creen que esa nueva derecha pudiera ser una iniciativa más para seguir engañando a los votantes de la derecha, siempre tan dóciles y confiados. La denuncia del entramado institucional al servicio del continuo saqueo del dinero público debe ser un trabajo incesante hasta que se regenere el sistema y se erradique la corrupción.

Además, hay que romper del todo con lo que huela a casta parasitaria y alejarse de las estructuras de la corrupción y proceder a su denuncia implacable. El Estado de la corrupción se ha afianzado y las mayores estafas ya son legales porque la corrupción es el alma del sistema. En esta línea conviene atraer a gente nueva, joven, formada, ajena al mundo de los profesionales de la política, siempre sospechosos de haber convertido en medio de vida lo que debe ser una vocación de servicio.

Por todo lo anterior, no podemos ceñirnos, por miedo o por tradición sin fundamento, a una Monarquía que ya nada bueno aporta a la nación. Hoy, la esencia de nuestra nación se defiende mejor por un sistema republicano y presidencialista, tal y como hemos argumentado en el anterior número de Razón Española, en la que disfrutemos, gracias a una auténtica separación de poderes, de un sistema mucho más democrático que la actual partitocracia.





La libertad personal como garantía de una sociedad más justa

Debemos luchar sin ambigüedad contra la hegemonía ideológica del socialismo que ha penetrado en las mentes de una población acostumbrada a un Estado inmenso que todo lo quiere regular y cobrar. Hay que devolver a la gente la libertad que implica siempre asumir la responsabilidad. Hay que definirse siempre con claridad a favor del ciudadano frente al monstruo de la alianza entre políticos y grades empresas, medios de comunicación y bancos que domina nuestra partitocracia. Conservadores y liberales, ante la urgencia, deben llegar a puntos de encuentro, porque ni los principios pueden sostenerse sin libertad ni la economía puede funcionar correctamente sin principios.

La libertad es bella y necesaria en su más profundo sentido teológico. Bebiendo en las fuentes de nuestra Tradición podemos saciar la sed de libertad, porque nuestra Historia es una continua lucha del individuo por sí mismo y por la igualdad ante la Ley. Esa dura tarea siempre es, además, necesariamente colectiva si quiere ser eficaz frente a los abusos de los poderes más ambiciosos.


La propiedad privada como garantía de un sistema económico eficiente

Con toda lógica este punto viene a continuación del anterior: la defensa del libre mercado y de la sagrada propiedad privada son las auténticas garantías de la libertad individual en todos los sentidos y, también, por supuesto, de la libertad política.

La nueva derecha no puede dejar de dar la batalla contra la continua subida de impuestos destinados a financiar cuestiones aberrantes –desde el separatismo hasta el aborto- y, por si fuera poco, las grandes estafas como han sido, por ejemplo, los rescates a bancos y cajas quebradas por la casta insufrible.

La libertad económica es una garantía para la independencia de los individuos, empresas y medios de comunicación frente al poder. El inmenso Estado partitocrático ha creado una gigantesca estructura de asalariados de lo público, esclavos mentales de un sistema indecente. Así, ocurre como dijo el Papa Francisco recientemente: hay un empobrecimiento programado para que luego los ciudadanos voten por quienes les han arruinando.


La familia y la vida como garantía de progreso humano

No hay una batalla más justa ni principios más elevados que la lucha por el derecho a la vida y por el orden social natural. Como explicó Cicerón, el desastre de Roma comenzó dos siglos antes del año 476, cuando se empezó a legislar en contra de la familia. La visible degeneración moral es el síntoma de cuánto hemos avanzado en esa dirección.

El aborto es un síntoma de pobreza moral. La baja natalidad es un síntoma de falta de esperanza. La desaparición de la familia es una tragedia. No podemos ceder; es una cuestión de supervivencia. La familia aporta una estructura social que jamás el Estado podrá suplir. En la familia encuentra casa la vida y es en la familia donde crece y se afianza la libertad.  El Estado ha declarado la guerra a la familia porque los individuos libres suelen formarse en una estructura familiar en la que el amor es la principal fortaleza de cada persona.


La unidad de España y la vocación de la Europa verdadera fiel a sus raíces cristianas

Hay que dar la batalla al predominio del socialismo también en el terreno de las ideas y de la cultura. La mayor parte de la izquierda española se avergüenza de nuestro pasado, o porque se tragó leyendas negras o porque es incapaz de comprender los grandes éxitos de España. No extraña en España la alianza de la izquierda, también la del PP, con el separatismo y con cualquier enemigo de la nación, como ha ocurrido de forma lamentable estos días respecto a Gibraltar. También, por pura coherencia, una nueva derecha que se precie de serlo debe exigir, con potencia, la derogación de la infumable Ley de Memoria Histórica de Rodríguez Zapatero.

Es urgente abandonar los complejos y tópicos de la derecha española: defender la unidad nacional también es conocer y admirar nuestra Historia, nuestra tradición de libertad, implicarse en la actividad social, cultural y política, admirar y reconocer la enorme tarea de tantos españoles en los grandes momentos de la Historia, defender la unidad de España mirando a América y al mismo tiempo siendo críticos con los errores de nuestros dirigentes en los peores momentos. Defender España es reconocer a las Víctimas del Terrorismo y debemos denunciar y acabar con el maltrato institucional que los héroes suelen recibir en España.

España también debe afianzarse en Europa, recuperar su protagonismo, reivindicarse y luchar por una Europa fiel a sus raíces para acabar con esa organización burocrática que pretende adueñarse de los países, de las ideas, y de las almas de los ciudadanos.

España también es, repito por último, la mirada a América y no podemos dejar de tender puentes para proteger lo que la Hispanidad aún supone en el mundo y recuperar y reivindicar en un sentido actual lo que llegó a ser, también en Europa. No podemos desperdiciar la enorme herencia que hemos recibido.


Para terminar, dejo dos interesantes citas para la reflexión:

De un discurso de Antonio Maura en 1917, respecto a la crisis institucional de la Restauración
Lo que a España le falta no son las propinas de fuera; es sacudir la gusanera caciquil que la ahoga y la deshonra; es regirse por sí misma y reconstituir su vida interior, tener una Constitución que sea de verdad y no el escarnio de la Constitución actual. Las fuerzas no pueden venir de fuera, las fuerzas dependen de nosotros; pero nosotros necesitamos ante todo enmendarnos y aprender a considerar que la existencia nacional tiene sus cargas y que no se puede aspirar al honor de ser nación independiente sin levantar esas cargas… Y yo os digo que para esfuerzo semejante no está España constituida; la política española no está para la posibilidad de semejante esfuerzo… España es una nación ausente de Gobierno… En España, los preceptos constitucionales, en su esencia más radical, eso que se ha llamado siempre Cortes del Reino, de las cuales todavía hay una parodia en la Carrera de San Jerónimo, las leyes más fundamentales del buen manejo de los asuntos públicos, están absolutamente escarnecidas y desvirtuadas. Nada de eso rige, nada de eso es verdad.

De la carta de Santiago Abascal a Mariano Rajoy en noviembre de 2013 respecto a la batalla ideológica que debe dar la derecha y que el PP ha traicionado:

La actitud de la cúpula del partido ante la suelta de terroristas ha sido la gota que ha colmado el vaso. La excarcelación de terribles criminales ha marcado, sin duda, un antes y un después en mis sentimientos y mi percepción de la dirección que representas, pero mentiría si adujera a esta única razón para explicar este distanciamiento que ha terminado en ruptura. Llueve, Presidente. Llueve sobre mojado. La continuación de la política sobre terrorismo heredada del gobierno anterior, el trato indigno dado a las víctimas del terrorismo y a sus manifestaciones, la actitud pasmada y pasmosa ante el desafío de los dirigentes separatistas, la torpe decisión de sumarse al desconcierto que trajo la ola de reformas estatutarias, la negativa radical a abordar una reforma profunda del modelo autonómico, el abandono de la defensa de la lengua común en la educación y en la administración en algunas regiones, la insólita y suicida posición política del partido en Cataluña y País Vasco, la consolidación por inacción de toda la legislación ideológica de Zapatero, el aumento de la presión fiscal en contra de nuestros principios sobre política económica, la pasividad ante la legislación que ataca la vida del no nacido, la actitud acrítica y la falta de medidas ante la corrupción que ha afectado al Partido Popular, la negativa a democratizar internamente nuestro partido o el pisoteo de nuestros propios estatutos internos. Todo constituye un incumplimiento flagrante de nuestro programa electoral, del contrato que firmamos con los ciudadanos que nos dieron la mayoría absoluta y, en definitiva, de la misión política histórica que correspondía al Partido Popular.


Blas Piñar Pinedo

4 comentarios:

  1. Correcto planteamiento, incluido el papel de la Monarquía en la nueva España. Necesitamos una derecha renovada y valiente.

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  2. Totalmente de acuerdo en todos los puntos que mencionas. ¡¡Y lo que falta!!.
    Por cierto, difícil de leer por poco contraste entre texto y fondo.

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    1. Nada, disculpa comentario anterior, se me había cargado mal la página. Se lee perfectamente.

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  3. pues la tuya es viejísima, querido

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