Cuando uno se sumerge en
el pasado bien explicado, una atmósfera de humildad le hace
preguntarse si de verdad hemos progresado tanto, si es cierto que hoy
somos mejores, si es justo que nos atrevamos a calificar a quienes
vivieron otras épocas. Hasta aquí creo que pueden ustedes entender
mi sentimiento, pero a mi me gusta la polémica. Porque el libro que
acabo de terminar aborda la España del siglo XVI y, en concreto, un
proceso de la temida Inquisición: el que se desarrolló contra Santa
Teresa de Jesús...
El siglo XVI español es
apasionante: España se desborda, alcanza todos los máximos, domina
el mundo y lidera la cultura, la economía, la Universidad, la
ciencia y hasta la fe católica: la reforma impulsada por la Reina
Isabel -reconocimiento que aún tiene pendiente la Iglesia- ha traído
la verdadera reforma de la Iglesia: la de los santos. La España de
aquél siglo aportó grandes nombres universales a la Iglesia. Los
tópicos jamás dejarán ver el bosque, porque los prejucios son
bosques densos que impiden avanzar a la inteligencia. La Inquisición
venía a prevenir y sanar dislates de falsa mística y peligros de
orden políticos por causa de novedades religiosas. Evidentemente,
como institución a las órdenes también del poder político, fue
utilizada como arma, por envidias, recelos y para destruir famas o
medrar. Así, numerosos santos e intelectuales de entonces fueron
procesados y también conviene recordar que fueron justamente
absueltos, compensados y reconocidos caso de San Ignacio de Loyola y
de Teresa de Jesús. El caso es que aquello fue como fue y conviene
entenderlo en su contexto, que también ahora existen temibles
inquisiones...
Sánchez Adalid recorre
esa España y nos las explica: por qué y para qué se crea la
Inquisición. No hace falta repetir que en toda labor humana hay
exageraciones, errores e injusticias. Pero, ¿acaso lector conoce
usted lo que suponía en aquélla España que acababa de terminar la
Reconquista, el problema de las confusiones religiosas o el peligroso
fenómeno de la expansión del alumbradismo?
Hemos disfrutado una
interesante y entretenida novela que, comenzando con el proceso al
-quizá otro santo- arzobispo de Toledo y Primado de España
Bartolomé de Carranza -magnífica
la novela sobre este triste suceso del sacerdote Pedro Villarejo, La
Luz Mentida- viaja en el tiempo y nos enseña las calles de
Toledo, Sevilla o Madrid, y nos explica cómo se viajaba entonces,
cómo funcionaba la Suprema y sus motivos, cuál era el sentir
religioso de aquella España de éxitos y exageraciones y, como si no
apareciera, Santa Teresa flota constantemente el el ambiente, con su
simpatía, sus versos, sus oraciones y sus aventuras... Muy
recomendable en pleno V centenario:
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