Se había inaugurado el 13 de noviembre de 1545. Desde que se iniciaran, más de 20 años antes, los conflictos con los protestantes liderados por Lutero, Carlos V intentó, sin éxito durante años (hasta 1545), convocar un Concilio (por la oposición de Francisco I de Francia) para zanjar las disputas. Desde el punto de vista doctrinal, este Concilio es el más influyente en la Historia de la Iglesia, por su enorme contenido que reafirmó las tradiciones y que condujo a la Iglesia a una de sus mejores épocas de la Historia, que no se ha repetido hasta, probablemente, los grandes Papas de finales del XIX hasta nuestros días.
Como reconoció hace unas semanas Benedicto XVI en su viaje a España, ya entonces, esa batalla eterna de la Iglesia con sus enemigos, se resolvió para los siguientes siglos, en España, mediante una auténtica reforma que era necesaria. En la España del gran Emperador, debido a las reformas de su abuela Isabel la Católica, surgían buenos Obispos, Santos y, como colofón, la Compañía de Jesús.
Volvamos al Concilio de Trento. Participaron 25 Obispos y 5 superiores de órdenes religiosas. Sus conclusiones fueron fundamentales para una nueva primavera del catolicismo.
En resumen, algunas de las más importantes conclusiones. Se reafirmó el Credo Niceno-Constantinopolitano. Se reafirmaron, frente a los protestantes, los dogmas de la presencia real de Cristo en la Eucaristía y los relativos a la Virgen. Se establece también que Tradición y Sagradas Escrituras son fuente de la Verdad Revelada. Se reforma del sacerdocio con declaración de la excelencia del celibato. Se subrayó la importancia de elegir Obispos intachables, que residieran en sus diócesis y que no acumularan beneficios económicos. Se reafirmó la validez de los siete sacramentos, y la necesidad de la conjunción de la fe y las obras, sumadas a la influencia de la gracia divina, para lograr la salvación, frente al luteranismo que sostenía que el hombre se salva por la fe y no por las obras que realiza. También se opuso a la tesis de la predestinación de Calvino, quien aseguró que el hombre está predestinado a su salvación o condena. La Iglesia sostuvo que el hombre puede realizar obras buenas ya que el pecado original no destruye la naturaleza humana, sino que solamente la daña y que la Gracia Divina actúa. Se resaltó la importancia de los Santos y del Purgatorio, como había sido tradición del pueblo cristiano.
A los que nos apasiona la Historia, sabemos que es preciso conocer qué nos influye, qué nos afecta, para saber por qué somos como somos. Y el episodio del Concilio de Trento es, en este sentido, fundamental. Porque recondujo la Historia de Europa. Porque, al reconducirla, la salvó. Porque España fue clave en esta enorme tarea. Desde el Emperador hasta humildes sacerdotes, con todo el pueblo. Porque demuestra (frente al materialismo capitalista o marxista) que, en la Historia de la Humanidad, las ideas, la filosofía, la religión, influyen más en los grandes cambios que las preocupaciones de la economía…
Además, un 4 diciembre, nacieron Zubiri, Franco y mi hermana Carmen...
FELICIDADES CARMEN.
Muchas gracias, Blas!
ResponderEliminarMuy bueno tu artículo, como siempre.
Carmen