Cuanto más se nos presenta el PSOE como un partido deshecho, sectario y arruinado, según hemos visto en su patético congreso en el que han elegido a la vieja guardia ante la imposibilidad de la renovación de un proyecto fracasado hace muchos años, más se comprueba, paradójicamente, que la epidemia de socialismo sigue propagándose por toda la sociedad… Y así, el PSOE se nos presenta más peligroso, no porque Rubalcaba lo dirija ahora, que también, sino porque sus ideas van calando una espesa lluvia que sin cesar empapa el tejido social…
Si en el Partido Socialista, su permanente recurso a la Guerra Civil -otro de sus fracasos- les lleva a buscar líderes en corruptos millonarios sin escrúpulos como Garzón, en la sociedad, las ideas del tener derecho a todo y ningún deber, han calado, fomentando una sociedad inepta a la que cada vez es más fácil arrastrar a soluciones radicales encarnadas por jefes irresponsables. No en vano, Pedro J. Ramírez –siempre extraño, siempre brillante- alertaba de la posibilidad de un nuevo Frente Popular del siglo XXI encabezado por ése juez cuya ambición no conoce límites…
Y como la sociedad ha sido tan infectada de socialismo, una ideología de fundamentos endebles pero atractivos para los poco acostumbrados al ejercicio de pensar, una gran mayoría de ciudadanos, muchos sin saberlo, piensan y sienten y desean como izquierdistas de carné. Entiendo que conocen los grandes episodios exitosos de la propaganda progre: la infiltración en la iglesia confundiendo la caridad o la justicia social con su ideología, o ése enorme fenómeno por el cual la derecha acomplejada quiere verse como una bella progre en el espejo de la izquierda, o ese malicioso revisionismo de la historia de Europa y de España donde ellos son siempre los demócratas y los buenos. Como lo conocen de sobra, no quiero centrarme en esos éxitos evidentes que así se han producido.
Más bien quiero poner el dedo en la llaga de un fenómeno sutil, cotidiano, reflejado en casi todas las personas de nuestra sociedad: esos que exigen derechos para todo, esos que siguen hablando despectivamente de los ricos, esos que aceptan con complejo la propaganda impuesta, esos que se empeñan en confundir el Estado social del anterior régimen con el ruinoso Estado del bienestar actual, esos que creen que la mejor manera de ser aceptados es pasar como progresistas para tener la legitimidad que ya han concedido a la izquierda… En fin, todos los que día a día, creyendo que piensan diferente, al final creen que hay algo en la izquierda que les gustaría poseer. Y todos esos se ven ejemplificados cuando son capaces de afirmaciones interiores o expresadas, pero tan repetidas como: el que tiene una fortuna es porque ha robado, lanzando una gran calumnia para manchar incluso a quien ha trabajado con esfuerzo toda una vida generando riqueza y empleo; o la sanidad debe ser gratuita, como si no costara nada; o tengo derecho a destrozar el piso que alquilo porque para eso lo pago, pensando que el propietario es un capitalista sobrado de recursos; o todo el que se opone al socialismo o a la justicia social es un capitalista radical, sin aceptar que hay otras formas de pensar que buscan el equilibrio entre el poder de un Estado voraz y la sagrada libertad individual; o prefiero que suban los impuestos a que me quiten derechos, sin querer aceptar recortes en el despilfarro de las administraciones publicas; o el Estado debe garantizar nuestros derechos, confiando más en el monstruo que nos empobrece que en la iniciativa personal para mejorar nuestra vida…
En fin, es tal la intoxicación, que diríase que el socialismo, aún habiendo fracasado tantas veces como proyecto, ha conquistado las mentes de las personas de todo ámbito ideológico. ¿Serán capaces, al menos alguno, de admitir la enfermedad infecciosa, para aceptar el tratamiento adecuado? Lo malo es que la medicina para la curación exige ponerse a trabajar.
SUBLIME
ResponderEliminarMontón de basura
ResponderEliminarEl socialismo, ¿verdad, Anónimo de las 3:11? GRACIAS
ResponderEliminarExcelente foto. Yo simplemente añadiría el recurrente tic anti-autoridad y ani-ley que rezuma nuestra sociedad, en todos los órdenes; fruto de décadas de lavado de cerebro con el slogan : democracia=hago lo que me da la gana=todo vale
ResponderEliminarGracias
Me parto la caja leyendo este tipo de reflexiones ya sean de izquierdistas o de derechistas. Solo dos preguntas:
ResponderEliminar¿A que partido crees que vota Emilio Botín? ... Se la suda.
¿Crees que hay algún politico que tenga cojones de legislar leyes para la banca y la economía? ... No.
El socialismo es una ideología que ha calado en el espíritu del rebelde sin cusa, del inconformista por sistema, éstos hacen ondear su bandera al viento, sin tener idea de lo que representa ésta y mucho menos de la dirección en que sopla éste.
ResponderEliminarSaludos.
Me levanto el sábado y me encuentro con la Chaconcita Roja - al menos en la chaqueta - tirando de a los argumentos de siempre: los curas y los banqueros.
ResponderEliminarHoy le leo y, francamente (no va con segundas), me la recuerda. Un atajo de tópicos, de argumentos sobraamente conocidos, que se exponen sin orden ni concierto. En fin, la paja en el ojo ajeno que nos permite ignorar la viga en el propio.
Cuando un inquilino destroza la vivienda que habita, no se trata de socialismo, sino de vandalismo. Cuando se manifiesta en contra de los recortes sanitarios, no se trata de negarse a contribuir al sostenimiento del sistema, se trata de protestar contra la mala gestión evidente, la corrupción del sistema y los Urdangarines-Bigotes-alcaldes con fianzas de 25 millones de euros-aeropuertos sin aviones (tanto me da el de Ciudad Real como el de Castellón), de estaciones de autobuses recién inauguradas como la de mi pueblo situadas a 2 km y que no se utilizan, en fin, contra todo el despendole de los últimos años.
Al menos, le reconozco que en su caso no hay gallos ni gritos, aunque me temo que eso es un mérito del medio y no del mensaje.
Quizá no todo el vandalismo sea consecuencia del socialismo, lo mismo que no toda la corrupción sea solo cosa de la izquierda... Pero lo que sin duda es un logro del socialismo es la baja calidad educativa, reflejada en quienes ya no son capaces de un ejercicio de lectura comprensiva. En fin, último anónimo, relea usted la entrada y demostremos que no está infectado. Un saludo y gracias por participar.
ResponderEliminarBlas, no te quemes, la gente no quiere que le diagnostiquen su enfermedad ¿Sabes? En el fondo hay muchos que están encantados exigiendo a los demas sin hacer nada por ellos mismos ni por España. Y luego hay otros que se creen que la lucha contra la pobreza solo se puede hacer desde el socialismo, cuando el socialismo es generador de pobreza, no solo material sino moral que acaba también con la riqueza. Me ha gustado mucho tu entrada y por cierto, muy bien ordenada y muy bien escrita, me parece que tienes las cosas claras aunque algunos no te quieran entender...
ResponderEliminarRuger
"... poco acostumbrados al ejercicio de pensar..."
ResponderEliminar"... baja calidad educativa...no son capaces de un ejercicio de lectura comprensiva..."
Me parece que Vd. no es precisamente ejemplo de tolerancia frente al discrepante, salvo que crea que el insulto sea algo digno. Los argumentos de su entrada me recuerdan a los que escuche el sábado en lo de poco novedosos y repetitivos. Vd. no discute, Vd. pontifica desde una supuesta altura moral que Vd. mismo se otorga
Su exposición me resulta tan maniquea como la de otros muchos, desde muy variadas trincheras, argumentos que no aportan nada constructivo, simplemente descalifican, no son para nada comprensivos y mucho menos compasivos.
Lo dicho, la paja en el ojo ajeno que no permite ver la viga en el propio.
Por cierto, desde el punto de vista de la etimología el término vandalismo se asocia con las tribus vándalas que pasaron por el territorio peninsular con la caida el Imperio Romano. Sin duda su procedencia geográfica era, como Vd. bien sabrá, del Este.
Me quedo con la frase de que hay algunos que creen opinar diferente pero piensan que hay algo en la izquierda que desearian poseer...eso es una gran puñalada contra la llamada derecha nacional española, que se esta extinguiendo con su transversalismo.
ResponderEliminarMuy bueno, Blas, entrada interensantísima.
No creo que sea sólo forma de pensar del socialismo, pues en esta España el pensamiento es igual en el PSOE (supuesto socialismo) como en el PP (supuesta derecha). Por tanto, y a mi modo de ver, el problema es la mal llamada democracia que tenemos impuesta.
ResponderEliminarPara el AnónimoFeb 6, 2012 03:10 PM. Sus argumentos, como bien dice usted, son un atajo de tópicos. Si entramos en esa dinámica vamos directo al camino del dialogo de besugos, dando cada uno su opinión sin escuchar(leer en este caso) la opinión de los demás.
Creo que el autor del Blog acepta de buen grado cualquier crítica, siempre que se haga con respeto.
Sólo un apunte más: EL pp estuvo en el gobierno durante mucho tiempo, y la calidad educativa siguió bajando.
Me parece un articulo muy hábil, muy inteligente que debe hacer pensar a esos que han pervertido el pensamiento de Jose Antonio, haciendo tanto daño al pensamiento tradicional español, porque Jose Antonio siempre condenó el socialismo que nada tiene que ver ni con la libertad ni con la justicia. Y por cierto Blas, muy muy bien escrito. Efectivamente hay mucho infectado en todos los partidos y de todas las ideas...
ResponderEliminarEL BOLCHEVIQUISMO
ResponderEliminarEl pasado día 24, por la mañana, fui clasificado definitivamente como bolchevique por innumerables personas de las que me dispensan el honor de inquietarse por mi suerte. El motivo próximo de tal clasificación fue el discurso pronunciado por mí la tarde antes en el Congreso, con ocasión de la reforma de la Reforma Agraria. Dicho sea de paso, la mayor parte de los que fulminaron el anatema contra mí no habían leído el discurso, sino algún lacónico extracto de la Prensa. Aunque me esté mal el decirlo, mi retórica tiene, a falta de otras dotes, la de una estimable concisión: extractado, se queda en los huesos, y resulta imposible de digerir. Pero sería demasiado aspirar a que las personas, para juzgar discursos, se tomaran el trabajo de leerlos. Con aquellos comprimidos era bastante para pronunciar la sentencia: quien así hablaba no podía ser más que un bolchevique.
Ahora bien: ¿qué idea tienen de los bolcheviques mis detractores? ¿Piensan que el bolcheviquismo consiste, antes que nada, en delimitar tierras y reinstalar sobre ellas a un pueblo secularmente famélico? Pues se equivocan. El bolcheviquismo es en la raíz una actitud materialista ante el mundo. El bolcheviquismo podrá resignarse a fracasar en los intentos de colectivización campesina, pero no cede en lo que más importa: en arrancar del pueblo toda religión, en destruir la célula familiar, en materializar la existencia. Llega al bolcheviquismo quien parte de una interpretación puramente económica de la Historia. De donde el antibolcheviquismo es, cabalmente, la posición que contempla al mundo bajo el signo de lo espiritual. Estas dos actitudes, que no se llaman bolcheviquismo ni antibolcheviquismo, han existido siempre. Bolchevique es todo el que aspira a lograr ventajas materiales para sí y para los suyos, caiga lo que caiga; antibolchevique, el que está dispuesto a privarse de goces materiales para sostener valores de calidad espiritual. Los viejos nobles, que por la Religión, por la Patria y por el rey comprometían vidas y haciendas, eran la negación del bolcheviquismo. Los que hoy, ante un sistema capitalista que cruje, sacrificamos comodidades y ventajas para lograr un reajuste del mundo, sin que naufrague lo espiritual, somos la negación del bolcheviquismo. Quizá por nuestro esfuerzo, no tan vituperado, logremos consolidar unos siglos de vida, menos lujosa, para los elegidos; pero que no transcurra bajo el signo de la ferocidad y la blasfemia.
En cambio, los que se aferran al goce sin término de opulencias gratuitas, los que reputan más y más urgente la satisfacción de sus últimas superfluidades que el socorro del hambre de un pueblo, esos intérpretes materialistas del mundo, son los verdaderos bolcheviques. Y con un bolcheviquismo de espantoso refinamiento: el bolcheviquismo de los privilegiados.
JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA.
(ABC, 31 de julio de 1935)