No se casi nada de Japón. Que es uno de los países más ricos del mundo. Que llevan años estabilizados en una crisis de la que no salen. Que sus ciudadanos, son muchísimos, viajan por todo el mundo. Que consumen mucho atún rojo…
Pero el sufrimiento humano, tras el desastre, nos acerca. Y nos acerca más, a los que vivimos en los países más desarrollados. Porque es como si eso nos pudiera pasar a nosotros. Y queremos saber de ellos…
Porque Haití u otros lugares, ya eran miserables. Y un terremoto más pequeño les hizo mucho más daño. Pero tendemos a pensar que eso solo pasa en los sitios desgraciados. Y Japón estaba tan preparado para los terremotos…
No se trata de conocer al detalle el sensacionalismo nuclear, ni la espectacularidad de las imágenes, ni las magnitudes del cataclismo…
Se trata, más bien, de que son personas que lo han perdido todo, muchos hasta la vida (ya suman más de 15.000). Son como nosotros. No son miserables del tercer mundo. Se trata, en verdad, de que a nosotros nos puede pasar. Y que tenemos que centrarnos en lo que de verdad importa. Que somos poca cosa. Y por eso, por la riqueza de nuestro primer mundo, la lección es más importante y, aunque sea estúpido y hasta miserable pensar así, este terremoto nos ha impresionado más...
Una reflexión distinta, entiendo lo que dices, es bueno pensar que nuestra vida pende de un hilo, a pesar de la prepotencia materialista de un mundo a la deriva.
ResponderEliminarLo más triste no es cuando la Naturaleza provoca un desastre de estas magnitudes, sino cuando es el propio hombre el que destroza su naturaleza; y no me estoy refiriendo al ecologismo, sino a la destrucción de la naturaleza humana: aborto, eutanasia, aberraciones sexuales, falta de natalidad, matrimonios anti-natura,... y todas esas cosas que nos consideramos con derecho a perpetrar.
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