Un día de verano de 1981, mi madre me lleva a la compra a PRYCA.
Fíjese el lector de nuevo en el año anterior. Retenga el momento. Este que escribe, entonces, es un nene de tres añitos. Hace apenas unos pocos meses se ha producido el autogolpe de Estado del 23-F.
Blas Piñar es un solitario diputado por Madrid que lucha contra todo el sistema. Es el monstruo de la derecha más dura…Es un orador vehemente que convoca multitudinarias manifestaciones…Estamos en los años en que la repugnante ETA asesina todas las semanas en esa transición que dicen fue sin sangre.... La tensión es inmensa. El sistema que surge del 78 no se consolida. Los políticos que se repartieron el vacío de poder que se produjo en el 75 están asustados. Parece ser que se tambalea la falsa democracia. Es necesario un golpe de mano. El Monarca consulta a todos los poderosos. Numerosos libros han intentado explicar, aportando cada vez más luz, este oscuro episodio.
Piense el lector, o recuerde, lo que puede significar, en esos momentos, encontrar a Blas Piñar en cualquier sitio de España. Es el político que se ha convertido en la mayor amenaza al sistema. A él le acusan de organizar el solito tal golpe de timón. Su partido, Unión Nacional, y su revista, Fuerza Nueva, están siendo atacadas desde el poder para intentar que desaparezcan. La imagen que se da de Piñar en los medios es nefasta. Pero cuenta con muchos seguidores, aunque el sistema electoral le perjudica, como a cualquier a partido de ámbito nacional. El sistema del 78, en cambio, favorece al nacionalismo concentrado en algunas partes, de una manera tan absurda, que se da poder al enemigo de la Nación.
Volvamos a PRYCA. El nene de 3 añitos, que se harta de ir sentado en el carrito, pide a su pobre madre que le baje para dedicarse a corretear. Y la madre, estresada, porque todo lo compra para completar su inmensa lista, pierde de vista al niñito, que deambula por la zona donde reposan en interminables baldas, las celulosas de todo tipo. Aunque mi madre ya tenía varios hijos, no dudó en intentar recuperarme y acudió a las cajas del hipermercado dando el aviso. En esto, desde todos los altavoces de la inmensa tienda, resuena con fuerza: “Din, don, din…Blas Piñar acuda a caja uno, Blas Piñar acuda a caja uno”. No pasó ni un minuto cuando mi madre se vio rodeada, efectivamente en caja 1, por cientos de curiosos que decían “Ay madre, que habrá pasado”, “o vaya, que habrán hecho ahora los fascistas”…Incluso apareció en pocos minutos un avispado equipo de periodistas…
Fue genial la decepción de aquéllos curiosos. Aparecí llorando con un paquete de servilletas en cada mano…Mi madre pasó un bochorno tremendo y se acordó de mi bautizo…”Podía haberse llamado Juan este nene”.
Qué bueno Blas!!!Muy auténtico!!Vaya chafarderos,que chasco se llevaron,jajajajjajaa.
ResponderEliminarYa eras famoso desde bien pequeño, jejeje. Muy buena anepdota.
ResponderEliminar"Aunque mi madre ya tenía varios hijos, no dudó en intentar recuperarme...". ¿Sentido del humor? Me alegro de que así sea, es algo muy necesario.
ResponderEliminarYa dije que nos reiríamos. Gracias a Dios me llevo muy bien con m madre...
ResponderEliminar¡Genial anecdota, mi entrañable amigo Blas!. Saludos desde la Ciudad de México.
ResponderEliminarEduardo Vital Torres.