martes, 1 de noviembre de 2011

TODOS LOS SANTOS Y TRES PROFETAS

En cada momento histórico de tensión –como el que vivimos actualmente en el mundo y en España-, es conveniente volver la vista atrás para entender qué cadena de acontecimientos, desacertados o intencionados, nos ha llevado a tal circunstancia de crisis total -moral, institucional y económica-.
Un primero de noviembre de 1790, apenas desatada la peor de las revoluciones  cuyas nefastas consecuencias aún pagamos, un político irlandés llamado Edmund Burke,  publicó sus interesantísimas Reflexiones sobre la Revolución Francesa, describiendo el  larguísimo desastre que se vendría sobre Francia y todo el continente  europeo
Burke es considerado el padre del conservadurismo británico y en su tiempo supo ver la importancia de respetar las tradiciones que forjan una Nación, sin despreciar los cambios necesarios en cada momento de la Historia. Algo así como un Jovellanos en la España de 1800 o un Blas Piñar en la de 1970.
El papel político de esos tres personajes que hoy tomamos como ejemplo   (Burke, Jovellanos y Piñar) es una dura representación. Porque además de que les toca ser actores secundarios despreciados por el público y los verdaderos protagonistas del momento, tienen la certeza de que su fracaso es la prueba de que hicieron la mejor actuación que podían hacer.  Son faros de potente luz tapada por sus adversarios y enemigos. Son la constatación de que el ser humano es capaz de hacer grandes cosas buenas ya que,  en cada momento de esas  crisis que nacen de terribles traiciones, algunos hombres son capaces de iluminar con la verdad y el ejemplo. Son la esperanza de que el ser humano pueda despertar de su pesadilla de hoy encendiendo las  luces de un precioso pasado…

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