Hay sitios en España cargados de tanta historia que su visita nos enseña grandes lecciones. Eso ocurre con Tordesillas. Si encima uno la visita en los días en torno a la Fiesta de Santiago Apóstol, la emoción brota al sentir España contemplando cada monumento, cada obra de arte, escuchando la historia que habla en cada rincón de la ciudad o mirando la vista del Duero desde ésta villa castellana…
Poder visitar los palacios donde se firmó el Tratado de Tordesillas entre España y Portugal, que supuso la organización del Nuevo Mundo en 1494, o la iglesia-museo de San Antolín, vecina del desaparecido palacio donde vivió encerrada durante 44 años la Reina Juana I de Castilla y donde la visitaron su padre Fernando, su hijo Carlos y su nieto Felipe, hace caer en la cuenta de la importancia de los grandes acontecimientos protagonizados por nuestros compatriotas… Era entonces Tordesillas parte del centro del mundo, porque era uno de los principales centros de poder de España. En esa iglesia-museo se alojan obras de arte maravillosas como el retablo de Juan de Juni o la espectacular Inmaculada de Pedro de Mena, de 1660, que transmite la paz majestuosa que nos regala la Reina del Cielo.
En la ciudad castellana también he podido visitar el Real Monasterio de Santa Clara, donde fue enterrada durante los primeros 19 años la Reina Juana hasta su traslado a la Capilla Real de Granada por orden de Felipe II, para reposar junto a sus padres, los Reyes Católicos. Ese Monasterio, primero un palacio, puede mirarse como una síntesis de lo que significa España. Primero un palacio del siglo XIV, mandado construir por Alfonso XI, en arte mudéjar, construyendo una pequeña Alhambra castellana con sus riquezas y lujos. ¡Hasta tiene unos baños árabes cual moderno spa! Y después Monasterio, con gran calidad artística, sobretodo esa bóveda dorada de la Iglesia…
Y cuando comentaba sobre éstas maravillas desconocidas de España, surgió una reflexión:
-¡Cuánto tiempo y dinero invertirnos en perdernos huyendo de nuestro mundo cercano hacia lugares remotos o incomprensibles! Eso está muy bien, siempre es bueno aprender viajando. Pero acaso, ¿no es también el recorrido de los lugares de nuestra historia, más que una huida, un fructífero acercamiento a lo que somos y a lo que debemos ser? En esos días alrededor de la fiesta de nuestro patrón, ¿no nos enseñan nuestros grandes monumentos, en sus piedras y en el arte que esconden, lo que somos y lo que debemos hacer para ser la nación que merecemos? ¡Y todo está muy cerca! Y tenemos de los mejores hoteles y restaurantes, la verdad… Viajemos pues descubriendo España, reconociendo lo que fuimos –que lo debemos aprender por nosotros mismos porque muchos insisten en engañarnos- para poder comprender lo que debemos ser.
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