El problema más grave que tiene Occidente ante la amenaza islamista es que los terroristas del Estado Islámico actúan consecuentemente con la fe que profesan. Occidente, en cambio, ha perdido la fe, y actúa de forma suicida destruyendo los cimientos religiosos que sustentaron su desarrollo cultural.
Ahí radica la cuestión. Y no quiero decir que haya que creer en la Santísima Trinidad... La fe, en el pensamiento cristiano, es un don y no se puede imponer por la fuerza. Pero el laicismo no ha comprendido esto y los laicistas imponen agresivamente un mundo sin Dios y, por ello, sin valores. La sana laicidad, la única posible, es curiosamente la que trajo el cristianismo desde el momento en que Cristo soltó a los Fariseos aquéllo de "al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios" aún cuando, ignorando el mandato de Jesús, la Iglesia y el poder temporal se hayan confundido por hombres perversos o ignorantes, o ambas cosas...
"A veces el hombre moderno comete el error de creer que es el único autor de sí mismo, de la vida y de la sociedad" decía con acierto Benedicto XVI, el gran baluarte intelectual y moral frente al relativismo que nos está destruyendo... Occidente ha comenzado a suicidarse cuando ha querido separar sus inmensos logros culturales de su origen, sencillamente por odio a la fe de Cristo. Pero ha obviado que al destruir los cimientos se cae el edificio entero. Puede haber falta de fe pero resulta absurdo negar lo evidente e intentar destruir el apoyo que te hizo ascender...
Para el islamismo nada será más fácil de invadir que una sociedad sin capacidad alguna para plantarles cara. La diferencia con otros tiempos de la historia que se vieron sometidos a la misma tiranía es que entonces tenían los referentes fundamentales claros y ahora, en cambio, los líderes políticos y culturales del mundo Occidental son los mejores aliados de quienes están decididos a arrasarnos.
No tenemos armas frente al islam. Y no solo no tenemos armas sino que algunos están decididos a colaborar con el enemigo. Y no me refiero a las armas de la guerra, que realmente no las tenemos tampoco, porque como se ha sabido, los terroristas del Estado Islámico son una creación occidental -lo ha confesado un general norteamericano- y también reciben de nuestras naciones inmensos surtidos de moderno armamento y hasta sus principales ingresos económicos. Me refiero a que carecemos de armas culturales. Porque cuando se pierden las nociones elementales todo precisamente queda a merced del puro interés comercial o, incluso, del terrible interés de poder que consiste en querer erradicar del mundo al único enemigo que aún planta cara a quienes aspiran a dominar el mundo, es decir, al cristinismo... Es una vieja batalla.
Por si fuera poco, el mundo de la prensa ha ignorado las masacres y secuestros contra los cristianos de Nigeria, Kenya, Siria, Irak y Paquistán y aquí, en España, la causa islamista encuentra poderosos aliados, tres en concreto: por un lado, la izquierda que le apoya frente a la Iglesia en el caso aberrante de la Catedral de Córdoba; por otro, el separatismo catalán, que le apoya con tal de eliminar otro nexo con el resto de España como es la fe católica, sin importar que hace unos días hayan sido detenidos en Barcelona unos yihadistas que pretendían asesinar a españoles degollándoles y, por último, por si aún lo anterior no fuera increíble, el Gobierno del Partido Popular ha aprobado todo tipo de facilidades para que se imparta ¡por imanes y sin control del Estado! el islam en nuestros colegios...
No, ni tenemos armas, ni queremos combatir contra ellos. Lo que realmente ocurre es que el mundo Occidental ha perdido todas sus referencias y, ansiando su destrucción, los poderosos se has aliado con uno de sus enemigos más bestiales: el islamismo terrorista.