martes, 14 de abril de 2015

Sin armas frente al islamismo y colaborando con el enemigo...

El problema más grave que tiene Occidente ante la amenaza islamista es que los terroristas del Estado Islámico actúan consecuentemente con la fe que profesan. Occidente, en cambio, ha perdido la fe, y actúa de forma suicida destruyendo los cimientos religiosos que sustentaron su desarrollo cultural.

Ahí radica la cuestión. Y no quiero decir que haya que creer en la Santísima Trinidad... La fe, en el pensamiento cristiano, es un don y no se puede imponer por la fuerza. Pero el laicismo no ha comprendido esto y los laicistas imponen agresivamente un mundo sin Dios y, por ello, sin valores. La sana laicidad, la única posible, es curiosamente la que trajo el cristianismo desde el momento en que Cristo soltó a los Fariseos aquéllo de "al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios" aún cuando, ignorando el mandato de Jesús, la Iglesia y el poder temporal se hayan confundido por hombres perversos o ignorantes, o ambas cosas...

"A veces el hombre moderno comete el error de creer que es el único autor de sí mismo, de la vida y de la sociedad" decía con acierto Benedicto XVI, el gran baluarte intelectual y moral frente al relativismo que nos está destruyendo... Occidente ha comenzado a suicidarse cuando ha querido separar sus inmensos logros culturales de su origen, sencillamente por odio a la fe de Cristo. Pero ha obviado que al destruir los cimientos se cae el edificio entero. Puede haber falta de fe pero resulta absurdo negar lo evidente e intentar destruir el apoyo que te hizo ascender...

Para el islamismo nada será más fácil de invadir que una sociedad sin capacidad alguna para plantarles cara. La diferencia con otros tiempos de la historia que se vieron sometidos a la misma tiranía es que entonces tenían los referentes fundamentales claros y ahora, en cambio, los líderes políticos y culturales del mundo Occidental son los mejores aliados de quienes están decididos a arrasarnos.

No tenemos armas frente al islam. Y no solo no tenemos armas sino que algunos están decididos a colaborar con el enemigo. Y no me refiero a las armas de la guerra, que realmente no las tenemos tampoco, porque como se ha sabido, los terroristas del Estado Islámico son una creación occidental -lo ha confesado un general norteamericano- y también reciben de nuestras naciones inmensos surtidos de moderno armamento y hasta sus principales ingresos económicos. Me refiero a que carecemos de armas culturales. Porque cuando se pierden las nociones elementales todo precisamente queda a merced del puro interés comercial o, incluso, del terrible interés de poder que consiste en querer erradicar del mundo al único enemigo que aún planta cara a quienes aspiran a dominar el mundo, es decir, al cristinismo... Es una vieja batalla. 

Por si fuera poco, el mundo de la prensa ha ignorado las masacres y secuestros contra los cristianos de Nigeria, Kenya, Siria, Irak y Paquistán y aquí, en España, la causa islamista encuentra poderosos aliados, tres en concreto: por un lado, la izquierda que le apoya frente a la Iglesia en el caso aberrante de la Catedral de Córdoba; por otro, el separatismo catalán, que le apoya con tal de eliminar otro nexo con el resto de España como es la fe católica, sin importar que hace unos días hayan sido detenidos en Barcelona unos yihadistas que pretendían asesinar a españoles degollándoles y, por último, por si aún lo anterior no fuera increíble, el Gobierno del Partido Popular ha aprobado todo tipo de facilidades para que se imparta ¡por imanes y sin control del Estado! el islam en nuestros colegios...

No, ni tenemos armas, ni queremos combatir contra ellos. Lo que realmente ocurre es que el mundo Occidental ha perdido todas sus referencias y, ansiando su destrucción, los poderosos se has aliado con uno de sus enemigos más bestiales: el islamismo terrorista.


domingo, 5 de abril de 2015

Evangelización, Civilización y Conquista de América

Comentarios al libro de José Javier Esparza La Cruzada del Océano, La Esfera de los Libros

No solo tenemos una historia apasionante, es que además, en la misma proporción, es desconocida por norma y es radicalmente diferente de las leyendas negras en las que han sido adoctrinados la mayor parte de nuestros compatriotas...

La Cruzada del Océano es el perfecto título del último libro de José Javier Esparza, que culmina la historia comenzada con La Gran Aventura del Reino de Asturias, que seguía con Moros y Cristianos y quedaba rematada con Santiago y cierra, España todos ellos también publicados por La Esfera de los Libros. El título es perfecto, porque resume la gran obra de España en América que es, sobretodo, la evangelización de todo un continente. Además, en efecto, culmina la trilogía anterior porque América es la expansión natural, y providencial, de España: es el desbordamiento impresionante de toda una fuerza moral acumulada después de ocho siglos de lucha por la libertad, la cultura, la nación y la fe.

La Cruzada del Océano es un libro de unas aventuras que todas superan la ficción más imaginativa: decenas de expediciones son narradas de forma entretenida, explicando la labor de los héroes y de los santos pero sin esconder las miserias de los avariciosos y los crueles. Nuestros compatriotas abrieron caminos, erradicaron prácticas salvajes como los sacrificios humanos, predicaron la fe del Dios hecho hombre, fundaron las grandes ciudades de América y sus primeras universidades, descubrieron decenas de maravillas de la naturaleza como las Cataratas del Iguazú, aprendieron las lenguas de los pueblos indígenas, defendieron a los indios de los abusos y descubrieron alimentos fundamentales para la humanidad como la patata, así como catalogaron miles de especies vegetales y animales, en una inmensa labor científica, muchas veces a cargo de los religiosos.

Por supuesto que algunos hicieron mal las cosas, por supuesto que en esta historia no falta la violencia y la guerra, pero miles de seres humanos encontraron gracias a España el fin a siglos de humillación a manos de los imperios americanos dominantes, como los incas o los aztecas y desde el principio los españoles encontraron indios aliados que combatieron con ellos por su libertad. Desde los primeros momentos del Descubrimiento, la Monarquía Hispánica de Isabel y Fernando, aconsejada por sabios hombres de Iglesia, se cuestiona la legitimidad moral de la Conquista como nunca hizo ni hará ninguna nación en el momento de someter otros pueblos. Desde el principio se prohíbe la esclavitud de los indios que son llamados ciudadanos. Más adelante, apenas cincuenta años después del Descubrimiento de Colón, llegan las Leyes Nuevas de Burgos inspiradas por el trabajo y los consejos de Francisco de Vitoria, Carlos I impone en América los fundamentos de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional, que algunas naciones hoy consideradas tan avanzadas tardarían cuatro siglos en incorporar a su legalidad. Aún hoy se escuchan las quejas de quienes dicen que España no prosperó tanto debido a su fe católica, mientras otros, por renunciar a esa misma fe, se permitían el pirateo y la esclavitud para afianzar su poderío económico... España, sin duda no encontró en América solamente un botín sino, sobretodo, una misión.


En América España dio lo mejor de sí, lo mejor de los españoles de aquellos años alucinantes y consolidó todo un imperio durante más de dos cientos años. Dice Esparza que España dominó el mundo porque en el siglo XVI prosperaban los hombres de talento independientemente de su origen, condición o fortuna... ¡Cuánto debe aprender nuestra sociedad! ¡Qué grandes películas se está perdiendo el cine español, donde se podrían contar las aventuras de Inés Suárez o Mencía Calderón, o también de Cabeza de Vaca, Diego de Almagro, Pedro de Valdivia o Hernando de Soto! ¿No las conocen? Lean el libro y con un buen mapa al lado...