Es cierto que desde la Casa Real hasta el partido donde han acabado por confundirse y desorientarse todas las corrientes de lo que, tiempo ha, pudo ser la derecha española, se lo están poniendo fácil a esa izquierda anclada en los años treinta dispuesta a cualquier disparate con tal de lograr el poder, para continuar transformando la sociedad en una suerte de zoológico –perdón por faltar el respeto a los amables animales- sin rumbo, subvencionado en sus necesidades básicas, pero falto de libertad y de iniciativa, instaurando así lo que siempre quiso el socialismo más radical: ciudadanos anulados bien controlados por una élite donde, ahí sí, todos son millonarios, amigos y muy capitalistas…
Y es que la demagogia radical, la arenga de los irresponsables, lleva a cosas alucinantes como justificar atracos a supermercados con agresiones a trabajadoras incluidas; a montar mariscadas a cuenta del erario en las que nos dicen que se defiende la justicia social, a esconder la corrupción a todos los niveles y a esa hipocresía mostrada por Rubalcaba de reclamar ahora a Rajoy lo que no hizo hace unos meses cuando él estaba en el Gobierno. Y así, ellos ignoran los 1000 millones robados de los ERES mientras tenemos que soportar lecciones de democracia de quienes, ni en su historia ni en su ideología, han mostrado jamás el más mínimo respeto a quienes no piensan como ellos.
Y llegamos al “y tú más”, siempre fácil, mientras pocos perciben que los corruptos no tienen más objetivo que robar y corromper, y que por eso, donde hay dinero y poder, la justicia dimite. Y en esto, todos los partidos mantienen un consenso intolerable para una sociedad a la que la izquierda está manipulando con el silencio estúpido o cómplice de un Gobierno más preocupado por contentar al adversario que nunca le apoyará, que por aplicar el programa que votaron millones de ciudadanos que les otorgaron una de las mayorías absolutas más potentes de ésta mediocre democracia.
Mucho tienen que meditar en el Partido Popular acerca de las traiciones en estos meses de Gobierno, desde la subida del IRPF hasta la liberación de Bolinaga, pasando por los sobres de Bárcenas. Pero también la izquierda que calla en Andalucía lo que denuncia en Madrid, debe reflexionar sobre sus arengas guerra civilistas, porque resuenan demasiado algunas frases de la II República, y ya sabemos cómo acabó aquello: asesinando a un diputado de la oposición conservadora, y estalló lo siguiente.
Porque mientras haya celadores usando los ordenadores de las Urgencias colapsadas de un Hospital público para difundir manifestaciones; mientras se justifiquen retratos de un Ministro tiroteado o atracos a supermercados y se silencien las corrupciones de los propios; mientras se perjudique a ciudadanos inocentes con huelgas salvajes y violentas; mientras vengan unos millonarios cutres que nos sacan el dinero a decirnos lo que es “la cultura” y mientras intenten darnos lecciones de democracia Cayo Lara, Otegui y Toxo, seguiremos exigiendo al Gobierno, más que nunca, que se acabe radicalmente con las subvenciones a quienes las utilizan para destruirnos y expulse de la función pública a quien utiliza lo que es de todos en interés de su nefasta y ruinosa ideología. La izquierda radical, como el nacionalismo, está crecida porque el Gobierno está aterrado. Pero si el Gobierno fuera contundente con esos marxistas decimonónicos que quieren terminar de destrozar España, estarían más calladitos y la gran mayoría mucho más contenta. Al mal se le combate, no se le intenta contentar… Así que el Gobierno a gobernar, empezando por ejecutar las reformas que urgen a un sistema que hoy permite a los enemigos de la nación atacarnos a todos desde el poder que, absurda o maliciosamente, el sistema les concede.