sábado, 25 de octubre de 2014

El consenso destruyó Caja Madrid

Comentarios al libro El lobo de Caja Madrid, La Esfera de los Libros, Madrid, septiembre de 2014, Javier Castro-Villacañas y Luis Suárez.

Para no destripar los libros a los lectores, suelo escribir las reseñas de los que recomiendo cuando aún no los he terminado, porque normalmente basta leer las primeras páginas para saber si la obra en cuestión merece la pena. En este caso no ha sido posible porque me he merendado el libro de Javier Castro-Villacañas y Luis Suárez en dos tardes, que me han enseñado más sobre la economía del consenso corrupto que lo que podría en ellas haber aprendido Zapatero de su ministro.

Varios ejemplos ponen de manifiesto la actitud depredadora del lobo: compra de un coche de medio millón de euros en plena crisis, compra de una mansión de diez millones de dólares un 30% por encima de su valor, compra de una entidad hipotecaria mejicana en plena crisis de las subprime, inversiones ruinosas en diversas empresas, la relación con la trama Gürtel, el engaño de las preferentes y, como colofón, la compra de un banco de Florida por el doble de su valor mercado, que hasta llevó a Obama a felicitar públicamente al vendedor...

Lo peor no es que un trepa metido a banquero llegara a hacer lo que hizo, sino el entramado político e institucional que permitió destruir una institución benemérita con tres siglos de historia y con una impagable labor social en favor de los necesitados. Primero la amistad de Blesa con Aznar y luego su pacto con los comunistas, "todo empezó en septiembre de 1996, cuando el PP firmó un pacto secreto con CCOO para controlar Caja Madrid", (p. 83). Así, los autores concluyen:  "Las manos sucias de políticos y sindicalistas en Caja Madrid hicieron posible este desastre", (p. 152).  "La lástima es que al frente de nuestro máximo órgano regulador, el Banco de España, no hubiera una persona que parara los pies a Blesa", (p. 153). Vaya papelones el de Fernández Ordóñez y el de la ministra Salgado...

Uno de los aspectos que conviene releer en el magnífico trabajo de Castro-Villacañas y Suárez es la maraña judicial urdida por la defensa de Blesa que acabó neutralizando al famoso juez Elpido Silva. De momento, los ciudadanos hemos visto que el juez es el que acaba mal y el depredador se va de rositas. Y dentro del proceso judicial, los autores resaltan la impagable labor de Manos Limpias y Ausbanc, con toda justicia.

El libro deja la puerta abierta a su continuación, pues algunas tramas aún no se han investigado del todo, sigue habiendo muchas preguntas sin respuesta y la justicia continúa  trabajando. Uno de los interrogantes que mi me gustaría resolver es la batalla interna del PP relacionada con la gran estafa de Bankia. Durante esas luchas de poder entre Gallardón, Aguirre, Blesa, Aznar, Rajoy y Rato nunca vimos ninguna denuncia de unas corrupciones que eran más que evidentes para quienes, por estar muy cerca, tuvieron que saber de las tarjetas black,  de las cacerías insultantes, de los negocios realizados sin cumplir la legalidad y de los chollo préstamos a los amigos sin un mínimo estudio del riesgo. Todo este desastre nos ha costado a los españoles 24.000 millones de euros y muchas familias arruinadas... Así se forró la oligarquía a todo, repito, a todo nivel institucional...

El libro es entretenido, demoledor, y deja al lector indignado y entristecido por la destrucción de una prestigiosa institución creada para hacer labor social en favor de los necesitados y para eliminar las malas prácticas financieras, esto es, los abusos del poder. Tres siglos de loable actividad -bien descrita en el libro- destruidos por un lobo hortera y sus variados cómplices en tan solo diez años. Hay una sentencia de los autores que resulta muy cierta: "la entidad financiera madrileña se convirtió en el paradigma del consenso político-sindical que arruinó  nuestras cajas de ahorro", (p.83). Y se puede decir más: no solo es el mejor reflejo del consenso de la corrupción que está arruinando España, es también la mejor muestra de lo que es realmente el Partido Popular: un partido traidor y claudicante dispuesto a todo con tal de que le dejen acceder al poder. Porque con Caja Madrid han quedado destruíos todos los mitos personales de un PP que jamás podrá recuperar la credibilidad de los españoles.

viernes, 17 de octubre de 2014

Retos urgentes para una nueva derecha

Publicado en el número 187 de Razón Española, septiembre-octubre 2014.



Ya en 1984 Gonzalo Fernández de la Mora alertaba en conferencias y libros sobre el poder omnímodo de la partitocracia y sus desastrosas consecuencias. Hoy, treinta años después, han aumentado las traiciones, los errores y las corrupciones y los males que padecíamos se han elevado al cubo. El sistema colapsa y si no resurge con fuerza una derecha moderna, democrática, nacional y sin complejos, ocurrirá como ha dicho Pío Moa recientemente: el poder político quedará repartido entre una izquierda asilvestrada y un PP claudicante. Aquí vamos a señalar los retos que deben guiar a una nueva derecha en este difícil camino que conviene recorrer urgentemente:

La denuncia de la corrupción y la urgencia de la renovación institucional

De forma inmediata, cualquier persona que quiera defender los principios que normalmente se han venido considerando que eran la base ideológica de la derecha, debe separarse cuanto antes del ámbito de influencia del PP, principal responsable de aniquilar cualquier esperanza para una nueva derecha. También, por un motivo práctico y de higiene, hay que separarse de un PP corrompido en todos los sentidos, para evitar la sospecha de tantos que creen que esa nueva derecha pudiera ser una iniciativa más para seguir engañando a los votantes de la derecha, siempre tan dóciles y confiados. La denuncia del entramado institucional al servicio del continuo saqueo del dinero público debe ser un trabajo incesante hasta que se regenere el sistema y se erradique la corrupción.

Además, hay que romper del todo con lo que huela a casta parasitaria y alejarse de las estructuras de la corrupción y proceder a su denuncia implacable. El Estado de la corrupción se ha afianzado y las mayores estafas ya son legales porque la corrupción es el alma del sistema. En esta línea conviene atraer a gente nueva, joven, formada, ajena al mundo de los profesionales de la política, siempre sospechosos de haber convertido en medio de vida lo que debe ser una vocación de servicio.

Por todo lo anterior, no podemos ceñirnos, por miedo o por tradición sin fundamento, a una Monarquía que ya nada bueno aporta a la nación. Hoy, la esencia de nuestra nación se defiende mejor por un sistema republicano y presidencialista, tal y como hemos argumentado en el anterior número de Razón Española, en la que disfrutemos, gracias a una auténtica separación de poderes, de un sistema mucho más democrático que la actual partitocracia.





La libertad personal como garantía de una sociedad más justa

Debemos luchar sin ambigüedad contra la hegemonía ideológica del socialismo que ha penetrado en las mentes de una población acostumbrada a un Estado inmenso que todo lo quiere regular y cobrar. Hay que devolver a la gente la libertad que implica siempre asumir la responsabilidad. Hay que definirse siempre con claridad a favor del ciudadano frente al monstruo de la alianza entre políticos y grades empresas, medios de comunicación y bancos que domina nuestra partitocracia. Conservadores y liberales, ante la urgencia, deben llegar a puntos de encuentro, porque ni los principios pueden sostenerse sin libertad ni la economía puede funcionar correctamente sin principios.

La libertad es bella y necesaria en su más profundo sentido teológico. Bebiendo en las fuentes de nuestra Tradición podemos saciar la sed de libertad, porque nuestra Historia es una continua lucha del individuo por sí mismo y por la igualdad ante la Ley. Esa dura tarea siempre es, además, necesariamente colectiva si quiere ser eficaz frente a los abusos de los poderes más ambiciosos.


La propiedad privada como garantía de un sistema económico eficiente

Con toda lógica este punto viene a continuación del anterior: la defensa del libre mercado y de la sagrada propiedad privada son las auténticas garantías de la libertad individual en todos los sentidos y, también, por supuesto, de la libertad política.

La nueva derecha no puede dejar de dar la batalla contra la continua subida de impuestos destinados a financiar cuestiones aberrantes –desde el separatismo hasta el aborto- y, por si fuera poco, las grandes estafas como han sido, por ejemplo, los rescates a bancos y cajas quebradas por la casta insufrible.

La libertad económica es una garantía para la independencia de los individuos, empresas y medios de comunicación frente al poder. El inmenso Estado partitocrático ha creado una gigantesca estructura de asalariados de lo público, esclavos mentales de un sistema indecente. Así, ocurre como dijo el Papa Francisco recientemente: hay un empobrecimiento programado para que luego los ciudadanos voten por quienes les han arruinando.


La familia y la vida como garantía de progreso humano

No hay una batalla más justa ni principios más elevados que la lucha por el derecho a la vida y por el orden social natural. Como explicó Cicerón, el desastre de Roma comenzó dos siglos antes del año 476, cuando se empezó a legislar en contra de la familia. La visible degeneración moral es el síntoma de cuánto hemos avanzado en esa dirección.

El aborto es un síntoma de pobreza moral. La baja natalidad es un síntoma de falta de esperanza. La desaparición de la familia es una tragedia. No podemos ceder; es una cuestión de supervivencia. La familia aporta una estructura social que jamás el Estado podrá suplir. En la familia encuentra casa la vida y es en la familia donde crece y se afianza la libertad.  El Estado ha declarado la guerra a la familia porque los individuos libres suelen formarse en una estructura familiar en la que el amor es la principal fortaleza de cada persona.


La unidad de España y la vocación de la Europa verdadera fiel a sus raíces cristianas

Hay que dar la batalla al predominio del socialismo también en el terreno de las ideas y de la cultura. La mayor parte de la izquierda española se avergüenza de nuestro pasado, o porque se tragó leyendas negras o porque es incapaz de comprender los grandes éxitos de España. No extraña en España la alianza de la izquierda, también la del PP, con el separatismo y con cualquier enemigo de la nación, como ha ocurrido de forma lamentable estos días respecto a Gibraltar. También, por pura coherencia, una nueva derecha que se precie de serlo debe exigir, con potencia, la derogación de la infumable Ley de Memoria Histórica de Rodríguez Zapatero.

Es urgente abandonar los complejos y tópicos de la derecha española: defender la unidad nacional también es conocer y admirar nuestra Historia, nuestra tradición de libertad, implicarse en la actividad social, cultural y política, admirar y reconocer la enorme tarea de tantos españoles en los grandes momentos de la Historia, defender la unidad de España mirando a América y al mismo tiempo siendo críticos con los errores de nuestros dirigentes en los peores momentos. Defender España es reconocer a las Víctimas del Terrorismo y debemos denunciar y acabar con el maltrato institucional que los héroes suelen recibir en España.

España también debe afianzarse en Europa, recuperar su protagonismo, reivindicarse y luchar por una Europa fiel a sus raíces para acabar con esa organización burocrática que pretende adueñarse de los países, de las ideas, y de las almas de los ciudadanos.

España también es, repito por último, la mirada a América y no podemos dejar de tender puentes para proteger lo que la Hispanidad aún supone en el mundo y recuperar y reivindicar en un sentido actual lo que llegó a ser, también en Europa. No podemos desperdiciar la enorme herencia que hemos recibido.


Para terminar, dejo dos interesantes citas para la reflexión:

De un discurso de Antonio Maura en 1917, respecto a la crisis institucional de la Restauración
Lo que a España le falta no son las propinas de fuera; es sacudir la gusanera caciquil que la ahoga y la deshonra; es regirse por sí misma y reconstituir su vida interior, tener una Constitución que sea de verdad y no el escarnio de la Constitución actual. Las fuerzas no pueden venir de fuera, las fuerzas dependen de nosotros; pero nosotros necesitamos ante todo enmendarnos y aprender a considerar que la existencia nacional tiene sus cargas y que no se puede aspirar al honor de ser nación independiente sin levantar esas cargas… Y yo os digo que para esfuerzo semejante no está España constituida; la política española no está para la posibilidad de semejante esfuerzo… España es una nación ausente de Gobierno… En España, los preceptos constitucionales, en su esencia más radical, eso que se ha llamado siempre Cortes del Reino, de las cuales todavía hay una parodia en la Carrera de San Jerónimo, las leyes más fundamentales del buen manejo de los asuntos públicos, están absolutamente escarnecidas y desvirtuadas. Nada de eso rige, nada de eso es verdad.

De la carta de Santiago Abascal a Mariano Rajoy en noviembre de 2013 respecto a la batalla ideológica que debe dar la derecha y que el PP ha traicionado:

La actitud de la cúpula del partido ante la suelta de terroristas ha sido la gota que ha colmado el vaso. La excarcelación de terribles criminales ha marcado, sin duda, un antes y un después en mis sentimientos y mi percepción de la dirección que representas, pero mentiría si adujera a esta única razón para explicar este distanciamiento que ha terminado en ruptura. Llueve, Presidente. Llueve sobre mojado. La continuación de la política sobre terrorismo heredada del gobierno anterior, el trato indigno dado a las víctimas del terrorismo y a sus manifestaciones, la actitud pasmada y pasmosa ante el desafío de los dirigentes separatistas, la torpe decisión de sumarse al desconcierto que trajo la ola de reformas estatutarias, la negativa radical a abordar una reforma profunda del modelo autonómico, el abandono de la defensa de la lengua común en la educación y en la administración en algunas regiones, la insólita y suicida posición política del partido en Cataluña y País Vasco, la consolidación por inacción de toda la legislación ideológica de Zapatero, el aumento de la presión fiscal en contra de nuestros principios sobre política económica, la pasividad ante la legislación que ataca la vida del no nacido, la actitud acrítica y la falta de medidas ante la corrupción que ha afectado al Partido Popular, la negativa a democratizar internamente nuestro partido o el pisoteo de nuestros propios estatutos internos. Todo constituye un incumplimiento flagrante de nuestro programa electoral, del contrato que firmamos con los ciudadanos que nos dieron la mayoría absoluta y, en definitiva, de la misión política histórica que correspondía al Partido Popular.


Blas Piñar Pinedo

martes, 7 de octubre de 2014

Desde el PP pedirán ayuda a VOX

No me refiero al aparato del partido, que tiene bien apañado su futuro dentro del consenso, pues ha cumplido bien con su obligación de intentar rematar a la derecha, diluyéndose totalmente en el programa ideológico de Zapatero y favoreciendo al grupo PRISA con ese festejo de anoche que incluye por supuesto un acuerdo con el separatismo insoportable...

Me refiero a toda esa derecha acobardada, la que ha confiado tanto en el Partido Popular no tanto por las nulas cualidades de Rajoy sino por el hartazgo de casi ocho años de zapaterismo destructor; me refiero a todos esos alcaldes y concejales, gran fuerza coherente y ejemplar de una derecha abandonada que ya alertan de que sus pueblos y ciudades pueden caer en manos de un frente popular... Me refiero a los católicos del mal menor, a tantas víctimas del terrorismo y a los movimientos provida, todos ellos estafados por un partido creado para claudicar, para sostener el sistema falsamente democrático basado en una instauración legitimada por los enemigos del Rey y de España, a los que se concedió todo para vendernos un nuevo régimen que ha terminado por autodestruirse por ruina, división y, sobretodo, corrupción.

En las próximas elecciones locales y autonómicas casi todas las mayorías absolutas del PP van a quedar arrasadas.  Muchos concejales alertan a sus líderes y ya contactan con militantes de VOX para contar con ellos en caso de que hubiera posibles pactos después de las elecciones. El aparato del partido del gobierno confía en parar al populismo renovando los acuerdos del consenso con el PSOE y el separatismo, pero el muerto no aguantará mucho conectado a la misma máquina de respiración llena de gérmenes.

En España hay toda una derecha abandonada y hasta hace poco sin partido. No es tiempo de grupúsculos que hablan idiomas remotos ni saben priorizar urgencias. Desde que se clarificara la situación interna y Abascal lograra liderar el partido el pasado 20 de septiembre VOX  trabaja a destajo, ya ha definido bien sus ideas fuerza y está aglutinando cada día a más gente que sabe que ahora toca darlo todo por España. Unidad nacional y denuncia del Estado de la corrupción son temas para cada día y la defensa de los principios y valores exige una revolución que precisa de paciencia, estrategia y habilidad política.  Lamentablemente, la ceguera de los mandamases del PP y sus medios e instituciones afines siguen intentando, como desde 1978, boicotear cualquier alternativa por la derecha. Se equivocan, porque ahora,  con tantas traiciones acumuladas de Rajoy ya solo hay una derecha y se llama VOX. Y la necesitan aunque algunos aún no se hayan enterado...

miércoles, 1 de octubre de 2014

Unidad nacional, Constitución y traición: aclaraciones


¡Cuán terrible es la crisis moral, cultural y política, que hay que explicar las cuestiones más elementales! Hace un año, en un debate en 13 televisión sobre el independentismo, una periodista de la derecha que presume de liberal contestaba a una ciudadana, que afirmaba que se debían ilegalizar los partidos independentistas, diciendo: "¡Pero qué burrada, primero la libertad y luego España!"

Vaya error... La Constitución, esto es, el sistema legal fuente del derecho, el paraguas que debe protegernos de los ataques a nuestra libertad, se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación. De la misma manera que la vida es fundamento de los demás derechos -esto hoy también se ignora- la nación es anterior y cimiento de la Ley constitucional.

Por ello, en un sistema constitucional serio, con controles adecuados, con garantías democráticas, tiene todo el sentido impedir que se agrupen en partidos políticos fuerzas contrarias al fundamento legal, esto es, la nación. Porque la realidad, lo correcto, es que primero es la nación unida y soberana y luego la libertad. Mejor dicho, el mayor acto de libertad política es que la nación unida y soberana se de una Constitución de verdad.

Es tal la confusión, arma que tanto utilizan los traidores y los malvados, que se oyen muchos argumentos sobre por qué Cataluña no debe ser independiente o que,  en caso de votar sobre el asunto, deberíamos poder votar todos los españoles y no solamente los catalanes. En sí, esas posiciones ya son traición, porque la unidad nacional no se puede plantear. No deben darse argumentos contra la independencia de una región sino sencillamente recordar que no se puede plantear. Tal es la traición que nos preparan que se ha filtrado que Rajoy y el Rey Juan Carlos habrían ofrecido a Mas la posibilidad de celebrar la consulta en Cataluña siempre que aceptara que después se votara también en España. No, la unidad no se vota; no se puede votar.

La nación es una herencia sagrada, es una historia preciosa recibida de los antepasados y tenemos el deber de entregarla a los descendientes. La nación no se vota, no se cuestiona, no es discutible. La nación es la muralla de la libertad y los que intentan destruirla merecen el desprecio de los traidores como también lo merecen quienes por acción y omisión les están ayudando.