Hay algunos científicos que, a pesar de su erudición y gracias a su sabiduría, son también importantes autores de obras de divulgación de sus complejos conocimientos, haciendo accesible a mucha gente lo que de otra forma quedaría reservado a un círculo muy reducido de seres humanos. De la misma forma, pero más escasamente, encontramos historiadores que, para contarnos otras cosas -más allá de los datos y de los documentos, pero no menos ciertas- recurren con maestría a la novela histórica.
Acabo de terminar de leer Sonaron gritos y golpes a la puerta, densa novela de Pío Moa, que abarca los interesantes años de toda una década de la vida española y europea, que van desde 1936 a 1946. En tres partes se recogen las peripecias de un protagonista que nos cuenta con tranquilidad, saboreando cada recuerdo, cómo vivió en aquellos años, primero como quintacolumnista en la Barcelona roja, después como soldado de la División Azul y finalmente sus andanzas en la dura posguerra.
Creo que el gran mérito de Sonaron gritos y golpes a la puerta es entrar a novelar unos hechos en los que la izquierda sigue historiando y novelando –esto sí es ficción total- una época aun dominada por la propaganda y por la ignorancia, valga la redundancia. Y además de entrar en esta batalla cultural, Moa sigue usando el mismo rigor intelectual de quien solo busca y cuenta la verdad. Por ejemplo narrar la ideologización radical de la época, la sociedad en sus distintos niveles, el ambiente de una Barcelona harta de las luchas sangrientas entre las izquierdas, el desastre del Frente Popular, las salvajadas de los comunistas y de los socialistas o la cara dura de sus líderes, la heroica labor la División Azul -tan bien explicada en sus batallas y en sus duras condiciones de vida-, el pasotismo de la gente una vez llegada la paz, la importancia de la amenaza del maquis o las complejas decisiones y alianzas entre los tres poderosos de Yalta, han situado las peripecias del protagonista de una forma nítida en un contexto histórico cuya evolución aun hoy nos sigue afectando.
Con todo, la lectura se hace entretenidísima, porque Moa logra una novela en la que se abarcan las grandes inquietudes de los hombres y por eso encontramos aquí la política, la filosofía, el amor, la religión, la aventura, la amistad, la pasión, el miedo, el odio, el horror, las elucubraciones sobre ciertas conspiraciones y por su puesto la gran historia que acompaña las pequeñas vidas de numerosos personajes interesantísimos. Y en la página 637 uno llega a uno de esos finales –todo un símbolo de tantos dislates de la época- que tanto emocionan por su capacidad de sorpresa. Hay un epílogo que estremece, porque refleja la confusión vivida en todo el mundo occidental en el que a pesar de haberse librado –en su día- de la amenaza de los grandes totalitarismos, la propaganda del comunismo afectó con un golpe casi mortal. Estos hechos se recogen en la trayectoria posterior de la familia del protagonista y me han causado honda impresión y lo considero muy acertado para iniciar una importante reflexión que deben hacer las generaciones descendientes directamente de los que lucharon en las guerras de los años treinta y cuarenta.
Tuve la suerte de conocer y charlar largo y tendido con Pío Moa hace unos meses. A medida que iba leyendo la novela, encontraba muchas de sus inquietudes que le pude escuchar aquel día y por eso, no dejo de preguntarme cuánto de la vida de Moa nos está contando Sonaron gritos y golpes a la puerta. Animo a leerla, porque además de haber disfrutado con ella, creo que hay que apoyar la pequeña batalla cultural que algunos, muy pocos, estamos dando en un terreno que se ha entregado al progresismo. Si alguien además hiciera una película incluso podríamos empezar a ganar, de nuevo, la guerra. Pero todo lo bueno es fatigoso…