El pasado viernes 26 de octubre me invitaron a presentar mi novela La Tesis Prohibida ante el selecto Fórum2000. El acto consistió en una comida –estupenda, por cierto- durante la cual yo expuse un tema relacionado con el libro y cada poco, los más de veinte asistentes me hicieron las preguntas que les fueron surgiendo. La sobremesa se alargó. Fue apasionante.
Sin ánimo de destripar toda la trama del libro –que varios no habían leído aún- hablé de las continuas injerencias extranjeras en la historia de España, normalmente siempre enfocadas a controlar, en el mejor de los casos, nuestra política y, en el peor de ellos, a debilitarnos o, incluso, anularnos. Es una constante. Sobre la pista para profundizar en el asunto, me puso el Profesor de Derecho Constitucional Don Ramón Peralta, precisamente en una conferencia con motivo de los 200 años de las Cortes de Cádiz. Afirmaba Peralta: “Desde Carlos V estamos en manos de dinastías extranjeras que han ido borrando poco a poco nuestra mejor tradición política de libertad y unidad.” Toma.
La convocatoria en Cádiz, con la nación en lucha intentando defenderse de la agresión francesa, vino de la mano de Jovellanos, que no pudo llegar a contemplar la reunión, al morir en noviembre de 1811. Jovellanos pretendía, para salir de aquella gravísima crisis nacional, reunir las Cortes históricas, tradicionales, las de siempre, las de la mejor historia de España. No pudo ser. Cádiz, en 1812, como cuando la Constitución de 1978, fue una oportunidad grandiosa desperdiciada, por culpa de nuestros mediocres líderes que sin altura de miras sólo se preocuparon de sí mismos, de sus carreras, de sus dineros y, a lo sumo, de sus partidos. Así, tanto en 1812 como en 1978, los que tenían el mandato de reconducir España, miraron para sí y para otros intereses. Fracasaron como hoy fracasa el sistema. Otra vez, de nuevo, las injerencias extranjeras. Pero sin olvidar que siempre hay españoles dispuestos a medrar trabajando para los que buscan la ruina de nuestra nación.
Parecerá exagerando, pero es una constante. ¿Cómo entraron los musulmanes en el 711? Por la llamada de uno de los bandos en liza por el trono Visigodo. ¿Cómo se fue fraguando la separación de Portugal del resto de los reinos peninsulares, ya en los primeros siglos de la Reconquista? Porque en ciertas discusiones dinásticas algunos se aliaron con los intereses de Inglaterra. ¿Cómo entraron los franceses en 1808? Llamados ni más ni menos que por esas élites tan corruptas como afrancesadas que veían en el país vecino el remedio a nuestros males. ¿Y cómo entró el comunismo con ánimo de destruir cualquier institución de nuestra mejor tradición? Con la colaboración de miles de españoles alienados por una de las ideologías más destructoras que conociera la humanidad.
Más ejemplos actuales: Hoy asistimos a la mentira separatista de la Guerra de Sucesión de principios del XVIII. El nacionalismo catalán juega con los vocablos y quieren decir de ésta guerra que fue de secesión. Falso. Como en el resto de España, se desató una dura y larga guerra civil -hasta algunos afirman que la primera carlista-, entre quienes apoyaban al Archiduque Carlos y quienes querían que reinara el Borbón. En cualquier caso, los españoles no elegirían. Aquello respondía a un plan macabro de las potencias emergentes europeas que, aún en vida del desgraciado Carlos II, aspiraban a trocear España para repartírsela. Hoy, fomentando el nacionalismo, desde fuera nos siguen haciendo las mismas maldades… Y ayer conocíamos la noticia de la publicación del nuevo libro del experto en Masonería Don Manuel Guerra, que afirma que "las cúpulas de los partidos españoles están controladas por masones."
Dicen que no nos hacen falta enemigos. Cierto. Pero aquí hay muchos dispuestos a ayudarles. ¿Por qué? Lo ha clavado hoy David Gistau en El Mundo: “Los presidentes de la democracia y el Rey, se han sentido hasta ahora los protagonistas del mejor periodo de la nación –que nace en la Sacrosanta Transición- en parte porque nuestra historia es cautiva de la leyenda negra, que los españoles tienen digerida como vergüenza de sí.”
En este blog hacemos un esfuerzo enorme por repasar los mejores ejemplos de nuestra historia nacional. Pocos saben que las constituciones ejemplares de Inglaterra y EE.UU. -frente a lo que padecemos aquí- se inspiraron en las Cortes de León de 1188, primer parlamento moderno fueron aquellas Cortes de la Monarquía Hispánica. Pocos conocen bien la enorme tarea de España en América, con sus descubrimientos, aportaciones culturales, civilizadoras y evangelizadoras. Al menos fue un consuelo escuchar a un miembro de Fórum2000 afirmar que “desde hace años, en las élites culturales de Estados Unidos, se va imponiendo una revisión de la leyenda negra hasta el punto de que allí se aprecia mucho, no sólo la colaboración de España en la aparición de la gran nación americana, sino en la inmensa obra cultural de los españoles en todo el continente.”
¿No sienten ganas de empezar a leer los mejores capítulos de nuestra historia? Ánimo. Es una de las mejores muestras de patriotismo que uno puede dar. Recomiendo Lo que el mundo debe a España, (Ariel 2009) del sabio Luis Suárez. Conociendo la historia amaremos más a España y tomaremos nota del pasado cuando, por enésima vez, tengamos que defendernos de los tenaces enemigos exteriores siempre apoyados por los traidores del interior.