miércoles, 31 de diciembre de 2014

Creer...

Es mirar al cielo despejado en invierno contemplando las mismas estrellas que sueles observar en verano; creer es estar seguro de que un beso significa que me quieres para siempre y que siempre me vas a perdonar.

Es admitir el milagro, es disfrutar del misterio, es sonreír porque has comprendido que tus pequeños límites humanos pueden romperse hasta el infinito. Creer es mirar atrás con la esperanza de que todo tiene remedio.

Es volar por encima del mundo y a la vez sentirte anclado a una poderosa fortaleza; creer es haber derrotado a todos tus enemigos. Creer es jugar con ventaja porque en las tragedias encuentras sentido y tu sufrimiento abre nuevas ventanas luminosas.

Es ser como un bebé de meses que sonríe al ver a su madre y es agarrar la mano de un abuelo que se despide en paz. Creer es un don,  es el mejor regalo; es la más clara certeza y una fuerza imbatible. Creer es seguir admirando la vida sintiendo emociones.

Es amanecer con ganas de dar gracias por cada segundo que vives y es buscarte en lo invisible; creer es encontrar tu mano cuando me he caído, sentir tu brisa que me hace volar más alto y empaparme de tus lágrimas cuando te he ofendido. 

Es todo un argumento, una fuerza, un conocimiento nítido y toda mi seguridad. Creer es esto y yo creo. Feliz año nuevo.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Le dáis la razón a Monedero


A mi Podemos no me impresiona. Sin televisión no existes políticamente. Y los dueños de la televisión son la casta. Y la casta saca a Podemos en sus televisiones. Y aún así hay algunos que no captan el silogismo. Tal es el grado de falta de capacidad de pensar.



Os han cortado las anclas, han volado vuestros cimientos, desconocéis las fuentes valiosas de los valores que quisierais defender y como sois incapaces de articular alternativas veis una magnífica gestión en la nadería del neocomunismo. Seguís divididos en grupitos cuando no son cansinas sectas. En el fondo solo puedo pensar que queréis ser progres para votar a la izquierda moderada o queréis seguir justificando vuestro voto a los traidores o queréis mantener vuestros chiringtos de autocomplacencia. Queréis arreglar el mundo pero sois incapaces de dialogar con alguien que piensa casi como vosotros. Algunos intentáis construir alternativas poniendo primero límites basados en los prejuicios del ignorante, y otros construís murallas en vuestras parcelas para contradeciros limitando la libertad.

Desconocéis la mejor tradición española, las ansias de libertad de aquellos a los que debéis la vida; despreciáis la sabiduría antigua de tantos sabios y os avergonzáis de la gran historia de la patria. Unos del lejano pasado, otros del reciente y muchos de toda la historia... En el fondo vuestra filosofía es tan caduca como las que decís que combatís y pensáis que es posible defender la libertad sin defender a las personas. El sectarismo imposibilita sumar pero para vosotros es toda una ideología. Os han creado los esquemas mentales con los que imagináis que pensáis pero os han vaciado de fundamentos reales, elementales, racionales y evidentes. El sentido común se reconoce como un síntoma de locura.

Estoy cansado de tantos. De todos los que tienen soluciones para una coferencia preciosa pero desconocen lo que ocurre en la calle, donde hay personas que sufren los intentos de arrancarles el alma. Sin comprender la realidad vuestras fórmulas siempre serán erróneas y pondréis pegas a todo el que intente argumentar desde otra óptica. No estáis tan preocupados como decís. En todos los ambientes de lo que se viene llamando derecha que conozco he descubierto algunas personas concretas valiosas pero sobretodo algo que unifica a todas las sectas que no entienden este momento de emergencia, y es la ignorancia. 

Le habéis dado la razón a Monedero, que ha dicho que no habéis leído a vuestros mejores pensadores, que hace décadas e incluso siglos ya diagnosticaron todas vuestras carencias. Os merecéis un Gobierno comunista que el socialismo de PP y PSOE está aupando con vuestra inoperancia. Seguid, unos y otros, poniendo palos.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Así se unió España



Sobre el libro Hispania, Spania, el nacimiento de España de Santiago Cantera, Editorial Actas, 2014.
Publicado en Razón Española número 188.


Poder leer un enorme trabajo de investigación sobre el nacimiento de España es un regalo del todo reconfortante en los días en que el separatismo amenaza nuestra unidad y en los que la Hispanidad se recuerda sobretodo para emponzoñar la gran obra cultural de nuestra patria a lo largo de los siglos.

Santiago Cantera (Madrid 1972), doctor en Historia y monje benedictino, nos ha sorprendido publicando precisamente en este año de confusiones un preciso estudio que clarifica el origen de España.  A lo largo de sus 563 páginas el libro aborda la investigación yendo directamente a las fuentes y a los mejores expertos, llenando las páginas de notas interesantísimas y suministrando extensa bibliografía.

Con el objetivo de animar a la lectura de esta obra imprescindible, solo comentaré aquí un aspecto de la misma, sin entrar al desarrollo del trabajo ni a sus conclusiones. Lo que más me ha impactado del libro de Cantera y lo que extraigo como lección para nuestros días difíciles de hoy, es la gran obra de unificación de los pueblos de España comenzada por el Rey Leovigildo y culminada por el Rey Recaredo:

El Rey Leovigildo abordó la tarea de la unidad con un providencial sentido de Estado. España estaba dividida en tres grandes bloques: los restos del reino suevo que poblaba  Galicia, la gran mayoría hispano romana y católica y la poderosa minoría goda y arriana. Leovigildo comprendió que la Monarquía Visigoda necesitaba pacificar los pueblos de la península ibérica y comenzó la unificación en tres ámbitos fundamentales: político, jurídico y religioso. Fracasó en la unificación religiosa porque intentó imponer el arrianismo cuando la gran mayoría era católica. Además, el reino suevo se había convertido recientemente al catolicismo por las predicaciones de San Fructuoso y San Martín de Braga.

Parece ser que el propio Rey Leovigildo comprendió su fracaso y quedó impresionado por el testimonio de su hijo Hermenegildo, que se convirtió al catolicismo por influencia de San Leandro de Sevilla y fue martirizado por negarse a comulgar con la herejía arriana. Su asesinato impactó profundamente a su hermano Recaredo, el heredero, que también se convirtió a la fe católica y, al poco de convertirse en Rey de la España Visigoda, convocó el III Concilio de Toledo, en el año 589, para comunicar al mundo la conversión de su Monarquía al catolicismo. Así, las tierras de España se  irían olvidando de las cinco provincias romanas para estructurarse como una nación unida y unitaria en todos los ámbitos.

El acontecimiento fue celebrado durante siglos, -el autor cita preciosas palabras de Juan Pablo II en el año 1989 recordando, 13 siglos después, el concilio que proclamó la unidad católica de España- supuso una revitalización importantísima de la Iglesia española -quizá la más viva de aquel tiempo- y trajo estabilidad política acompañada de progreso cultural y económico durante el siguiente siglo. El autor hace un intenso recorrido para mostrarnos y demostrar, en los siguientes numerosos concilios de Toledo, la presencia en los mismos de una constante conciencia de España. Impresiona comprobar que esos concilios reunían a cerca de setenta obispos de las diferentes regiones que conforman hoy nuestra nación, así como también a algunos de las Galias, cuyas regiones siempre aparecían como ajenas a la unidad reciente de nuestra patria. Aquella apasionante época dio grandes frutos en todos los ámbitos hasta que la crisis, la frivolidad, la corrupción y la traición arruinaron el país y proporcionaron todas las facilidades para la invasión musulmana de España.

Aún así, la conciencia nacional de nuestra patria estaba ya tan afianzada que nunca faltaron argumentos para intentar recuperar la unidad perdida, la unidad culminada en el III Concilio de Toledo. Los argumentos de San Isidoro de Sevilla, el empuje de la naciente Monarquía y las ansias de libertad de los españoles de aquellos años fueron suficientes ingredientes, a pesar de los siglos y las dificultades,  para volver a encontrar la unidad de la patria.

Conviene resaltar el origen de España como pueblo unido y unitario y empeñado en recuperar esa unidad. Ir a las raíces ayuda a encontrar  las fuentes de la savia que regenera y hoy más que nunca conviene abonar nuestra cultura con los nutrientes de la verdad. En los últimos siglos se han producido ataques a nuestra unidad que no provienen de una lógica diversidad afianzada en costumbres tan regionales como profundamente españolas.  Esos ataques son fruto de ideologías irracionales que no deberían haber tenido recorrido pero que han sido potenciadas por intereses contrarios a los de España y alimentados tanto por estructuras políticas nefastas, como por gobiernos indecentes.

La unidad de España es un logro histórico, ha sido un lucha de siglos, es una herencia preciosa, es una misión, una tarea y un deber. Conviene comprender bien el origen de la España unida y unitaria porque hoy se insiste demasiado en buscar diferencias, casi siempre artificiales y recientes y que se hacen ridículas ante el "logro de la concordia" (S. Juan Pablo II) que supuso la unificación total de España.

domingo, 14 de diciembre de 2014

He visto a quienes nos van a sacar de la crisis



He visto a quienes nos van a sacar de la crisis.

No era un Presidente del Gobierno que se atreve a anunciar el fin de la crisis porque queda muy poco para las próximas elecciones.
No era un magnate del Ibex acostumbrado a halagar al poder porque espera un nuevo privilegio en las páginas del BOE.
No era un corrupto que ahora promete una ley de transparencia porque ha perdido toda su credibilidad.
No era un periodista de casta siempre fiel al argumentario del partido de turno porque espera que le asciendan en una cadena pública.
No era un ciudadano egoísta que después de haber vivido de las ventajas de toda una vida de bonanza olvida las causas morales de la crisis porque no está dispuesto a hacer autocrítica.
No era un demagogo comunista, que promete más Estado para acabar con las corrupciones del inmenso Estado que padecemos, porque busca convertirse en la casta que dice despreciar.
Era un hombre que salía de un supermercado cargado con una bolsa de deporte y repartía alimentos a los mendigos que pedían en los alrededores, invisibles para casi todos los ciudadanos.
Era una señora que desde hace años dedica una mañana a la semana para acompañar a enfermos de cáncer en un camino hacia la muerte que esta sociedad se empeña en ignorar.
Era un sacerdote que visita ancianos solitarios en diversas aldeas perdidas en los montes de Asturias y no deja de rezar por todos los que critican a la Iglesia.
Era una monja misionera que quiere volver cuanto antes a los países del ébola, porque su vida solo tiene sentido si la entrega entera por los demás.
Era un pequeño empresario que quiere volver a confiar y genera con esfuerzo un nuevo puesto de trabajo, a pesar de los impuestos confiscatorios y las trampas regulatorias.
Eran unos jóvenes que repartían propaganda de un nuevo partido, en el centro de una gran ciudad, y explicaban a los ciudadanos hartos que es posible cambiar las cosas.
Era un autónomo metido a político que recorre España intentando sumar gente para recuperar la nación y la libertad.
Era un recién titulado que se marcha de su país para trabajar, porque cree que es su responsabilidad y así contribuir con ingresos y ayudar a su familia.
Eran un padre y una madre que dedican todo su esfuerzo a trabajar para sacar adelante a sus hijos y educarlos, construyendo una familia numerosa que es el futuro de todos.
Todos esos son los que nos van a sacar de la crisis. Los del principio son los que nos han metido en ella.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Podemos, una marioneta al servicio de la casta

Comentando la situación de Venezuela en Ya es domingo (Radio Inter 21-22:30h), surgió una interesante discusión sobre los paralelismos con España. Es evidente, en este caso, que la historia siempre puede repetirse.

Muchos analistas están deslumbrados con Pablo Iglesias y sus compañeros. Hablan de su habilidad, de su oratoria, de su utilización de las redes sociales, de su perfecto diagnóstico, de su capacidad para congregar a los españoles cabreados. Todo esto en el fondo no es más que el estudio del forense, al modo de un economista explicando la crisis. Ahora todos nos explican lo bien que lo está haciendo Podemos. Tal análisis es una burda elaboración de argumentario, anotando que los argumentarios se hacen para dos cosas: evitar que la gente piense y controlar las opiniones.

Todos parecen ignorar que Podemos ha tenido todo el poder mediático del país, que por cierto está bajo control de la casta casi en su totalidad. Es decir, Podemos es una marioneta de la casta que está cumpliendo perfectamente un papel indispensable en estos momentos: el del miedo. El miedo a Podemos es la excusa perfecta que muchos españoles de diferentes ámbitos ideológicos van a utilizar para justificar su voto a los corruptos. Si Pablo Iglesias tuviera dignidad, después de expulsar a los corruptos de su partido, lo disolvería, porque en el fondo, Podemos, es el mejor argumento de la casta para seguir robándonos. Podemos es un producto de la telebasura, con su misma dignidad y su escaso recorrido.

A mi Podemos nunca me ha impresionado. Aquí titulé, comentando el resultado de las elecciones europeas, "Podemos seguir manteniendo el régimen". Podemos es casta al servicio de la casta y que no deja de salir en los medios de la casta, mientras muchos somos vetados. Eso sí, cuando a la casta le interese, la marioneta será abandonada en el basurero. Han bastado unas cuantas filtraciones de corrupciones de Tania, Íñigo y Pablo y unas cuantas preguntas incómodas de periodistas del sistema para retratar a quienes son solo un producto artificial, y vacío, de nuestras élites corrompidas.  A ver si lo pilla la gente. Piensen.