Ni han pasado dos años. Las últimas elecciones fueron el 28 de noviembre de 2010. Desde entonces, Artur Mas ha tenido que esconderse tras la irresponsable bandera del localismo paleto, del nacionalismo derrotado y la ignorancia separatista. Porque en dos años en que debía haber gobernado para el bien común de Cataluña desde el poder que le confiere el Estado, no ha sido capaz de mejorar la situación. Al contrario, la ha empeorado. Del 17% de paro (600.000 personas) a casi el 23% (821.000); 28.000 empresas menos; incrementos de impuestos y recortes sociales; Madrid ha superado a Cataluña en porcentaje del PIB nacional; aumento descomunal de la deuda hasta la quiebra –el Gobierno transfirió 2700 millones la semana pasada para pagar el vencimiento de los conocidos como bonos patrióticos entre cuyos inversores hubo 130.000 catalanes- y, quizá, lo más grave, una disminución de la libertad política, económica y de prensa ya de por sí grave desde la Cataluña de Pujol.
Mas ha fracasado: pidió una mayoría amplia para llevar a Cataluña a una libertad imaginaria que sólo era aislamiento y no sólo no lo ha logrado sino que ha perdido muchos de los escaños que tenía en 2010. Ha metido a una Autonomía quebrada en un proceso inútil. No ha habido otro caso como el de Banca Catalana que tanto benefició a Pujol. No han podido engañar a todos, aunque son muchos los engañados por el “España nos roba” cuando realmente hemos sabido que sobretodo, quien roba a Cataluña es CiU. Nunca sabremos cuánto han influido las portadas de El Mundo, pero siempre agradeceremos conocer una verdad tan oportuna. Pero no se pueden echar las campanas al vuelo, porque como en el País Vasco, la entrega de todo el poder político al separatismo, acaba, con los años, teniendo consecuencias.
Ha triunfado el independentismo inoculado: aunque tampoco arrasa, pero cada vez son más los votantes jóvenes que se incorporan al sistema, y todos vienen con un espectacular lavado de cerebro y lo único que conocen de la historia son las mentiras interesadas del nacionalismo sobre 1714. El parlamento de Cataluña es separatista y veremos pronto las consecuencias y veremos qué puede ocurrir entre los extremos nacionalistas de CiU y de ERC. Porque está claro que aquí –a pesar de que a tantos se les llena la boca de “Estado de Derecho” y “Constitución” hay artículos, como el 155, que nunca se atreverán a aplicar. El PP no sube como debía porque Alicia Sánchez-Camacho, como sus compañeros del PP vasco de Basagoiti, no se distingue con fuerza por su defensa de la unidad nacional, a lo que se añade que Mas ha gobernado estos dos últimos años con su apoyo. Sube de forma impresionante Ciutadans, que triplica escaños y al menos es un consuelo para la defensa de España y del sentido común y una lección muy importante para el PP de Rajoy. El PSOE continúa su camino hacia el desastre pues la confusión de su federalismo, la mediocridad de Rubalcaba y el vacío intelectual de Carme Chacón han terminado por desorientar a su gente, que ya es de ERC mayoritariamente.
La corrupción no importa tanto: porque mucha gente está también corrompida y lo común es encontrar gente que cree que la corrupción es consustancial a la política; tanto que dicen que “si yo estuviera ahí, sacaría tajada.” Pero esa es la sociedad española. En esto Cataluña no se distingue del resto de España: lo vimos en Valencia como en Andalucía. Aquí la gente distingue entre corruptos y los que no lo son aunque roben porque son de los suyos. Otro tema importante a tener en cuenta: ¿cuánto puede quejarse una sociedad de los desmanes que permite a sus políticos?
En fin, la irresponsabilidad de Mas ha arrastrado a una región a soñar con una promesa falsa –porque CiU no podía cumplir lo que prometía- mientras las cifras de la economía empeoraban dramáticamente por su nefasta gestión. Mas debe dimitir antes de que le quiten desde el clan Pujol o algún juez serio que quiera investigar su fortuna en Suiza.
Por último, no es casualidad que las declaraciones más contundentes y brillantes sobre la situación de España y de Cataluña hayan salido de la boca de Víctor Grifols, empresario catalán innovador y de éxito: “no invertiré más en España, se ha roto la máquina de la democracia, la Monarquía empieza a patinar y las Autonomías son accesorios que molestan.” Vaya si molestan. Hoy hemos sabido que hay muchos catalanes que han sido conscientes de que, como en España, todos padecemos las mismas estafas. Basta ya. Que ya sabemos, como decía Sánchez Fornet del SUP que “la Justicia se para cuando toca investigar a los políticos corruptos.”