Acabo de terminar LA TIRANÍA DE LOS IMBÉCILES, el libro que acaba de publicar Carlos Prallong Weiller.
No se si me ha gustado o no, pero lo recomiendo. Me explico: el libro es genial, pero francamente molesto, como todos los buenos libros, porque hace pensar bastante. Se trata de un libro demasiado original, porque no hace esa crítica fácil buscando culpables siempre remotos, sino que nos interpela a cada uno: todos, en algún momento podemos ser un imbécil que acaba por ser un tirano. Es decir, que el libro merece ser leído, pero uno necesita reflexionar sobre sus afirmaciones sin sentirse atacado. Por que su crítica es muy dura.
Pero el libro es francamente divertido, porque introduce cada reflexión con anécdotas tan reales como ridículas, pero fiel reflejo de la sociedad en que vivimos. Uno va identificando en su mente a diversos imbéciles que pueden ser pertenecientes a la familia, o al grupo de los amigos o al de los políticos o al de los periodistas de los medios de comunicación. Uno lo pasa bien descubriendo caras tras las afirmaciones del autor. Si uno no tiene sentido del humor que no lea este ensayo: le resultará un insulto, porque todos hemos discutido con nuestras madres sobre cómo cuidar a los hijos, todos hemos formado parte del mismo atasco más de una vez y todos hemos protestado también contra la falta de previsión de nuestras autoridades sobre hechos normalmente imprevisibles. Todos hemos ido cediendo nuestra libertad. De eso, no cabe duda, sí somos responsables.
No estoy de acuerdo con algunas afirmaciones del libro, pero no dejan por ello de ser reflexiones interesantes que le hacen a uno meditar sobre otra forma de pensar, sin duda bastante inteligente. Por ejemplo, no tiene sentido hacer una crítica al cristianismo como responsable de la tiranía de los imbéciles -por fomentar la caridad o la protección de los más débiles- a la vez que se afirma que ha sido, precisamente en las sociedades cristianas, donde ha surgido la libertad política y el mayor grado de desarrollo humano. Es cierto que el autor no pretende hacer un tratado de filosofía de la política o de la historia, pero es un punto que, como decía, sin dejar de aportar una reflexión interesante, conviene matizar. Lo mismo puedo decir sobre la insistencia en que en las democracias representativas los políticos son reflejo de la sociedad. Sobre esto un matiz: por ejemplo en España no hay representación política real, por tanto, la casta política es cerrada y endogámica y yo personalmente creo que la sociedad o, al menos una parte de la sociedad sí es mejor que sus gobernantes y sus partidos.
Lo que más me ha entusiasmado es que es una auténtica reivindicación en defensa de la libertad en todos los órdenes, y sobretodo es una magistral defensa de la libertad política que no debe ir jamás -no puede, no sería libertad- del compromiso y la responsabilidad. La conclusión es que la tiranía de los imbéciles se ha impuesto a base de olvidar la libertad responsable, de rechazar los deberes, de eludir la responsabilidad para abrazar un mundo de seguridad en el que todo tiene que estar previsto y regulado. La tiranía, efectivamente.
No les cuento más, léanlo. Aquí pueden adquirirlo: