Por 2600 votos algunos están haciendo una crítica desmesurada, como si ya supieran el dato de participación o conocieran a cuántos cotizaba el escaño. Otros, con resultados realmente ridículos, se permiten dar lecciones de estrategia política. Ha habido fallos, pero ninguno de ellos ha impedido por sí solo lograr representación.
VOX nació un poco tarde, ha integrado diversas corrientes, no ha tenido muchos recursos, no ha tenido un programa elaborado salvo unas ideas fuerza muy valiosas perfectamente redactadas en un magnífico Manifiesto Fundacional y ha dudado entre convertirse en una fuerza de futuro, renovadora, y una reivindicación de un PP que nunca existió, regresando a un pasado soñado.
Claro que se puede mejorar. Pero VOX no ha fracasado. Porque 250.000 españoles han dado su voto a la única fuerza de derecha nacional que se convierte así en el carro del que todos los que defendemos España, principios y valores, debemos tirar. Más que nunca. Como ha dicho Santiago Abascal: "con una izquierda radical soviética o venezolana, con unos separatistas crecidos, todos ellos gracias a los medios de los poderosos, VOX es más necesario que nunca".
VOX debe convertirse en una fuerza radicalmente renovadora, con un discurso muy claro y muy contundente, debe distinguirse de todo lo que huela a Partido Popular, debe olvidar cualquier atisbo de colaboración con el régimen de la corrupción, y debe articular, desde una potente escuela de ideas, un cambio político que plante cara a las pretensiones de la izquierda radical que quiere desplazar Cuba a Europa y del consenso del PP, del PSOE y del separatismo, y además, con la dificultad añadida de que ambos peligros -izquierda radical y consenso del sistema- están coronados por la Monarquía y sus tentáculos en empresas y medios. No lo olviden.
Así, la única posibilidad para VOX es ser una derecha antisistema, antisistema de éste sistema, para proponer la auténtica renovación democrática posible: un nuevo régimen político. VOX tiene 250.000 motivos para quedarse y muchos más para seguir atrayendo votantes hartos de lo que padecemos. La idea fuerza que más ha gustado ha sido la de querer acabar con los chiringuitos autonómicos. Pero se necesitan varias más, defendidas por caras nuevas en la política, para convencer a una gran derecha que no vota, ni al PP, ni a nadie. Hay que definir muchas cuestiones que no han quedado claras, porque varios de los dirigentes han hecho afirmaciones contradictorias en puntos clave y eso no puede volver a ocurrir. Hay que definirse claramente, porque una alternativa al PP no puede ser el PP: para mí, y para muchos otros militantes, ha sido el fallo más importante. El PP de Aznar es el PP de Rajoy, también el de Esperanza y el de Jaime, que es el PP del aborto, de las transferencias a las Autonomías, el PP que pacta con Pujol y el PNV, el PP de los complejos, el PP de los sobres y de Arriola y Celia, el PP que esconde el 11M y el Faisán, el PP de las excarcelaciones... Fíjense si VOX es distinto al PP... Y como dijo Camuñas: la gran mayoría de los afiliados de VOX no perteneció antes a ningún partido.
Además, VOX tiene el reto, dada su hegemonía a la derecha del PP, de convocar con autoridad a otros españoles que siguen sin comprender que hay que unirse urgentemente para evitar que el barco de lo esencial se hunda. Muchos españoles deben ser generosos y acercarse también con iniciativa propia para poner su granito de arena, porque VOX es un partido abierto en el que se puede colaborar y se puede influir. VOX debe trabajar desde hoy en los municipios, creando equipos serios, sembrando, escuchando y predicando. VOX no es el partido de nadie ni un fin, es un instrumento. VOX tiene 250.000 motivos para luchar. Porque ahora sí sabemos una cosa: o VOX o la nada.